sábado, 28 de julio de 2018

Lecciones de Fe Cristiana Nº 4: Dios como Primera Persona de la Trinidad


Lecciones de Fe Cristiana
Vivida en la Iglesia Episcopal,
Bajo la dirección de la Biblia como norma suprema,
En el camino de la tradición y la Razón

Lección Nº 4:
Dios como Primera Persona de la Trinidad

La Primera Persona de la Trinidad es conocida como Dios Padre. A muchos seres humanos les duele la palabra “padre”, pues el papá biológico que han tenido, o tienen, ha sido causa de sufrimiento. Por ello, para pensar en la Primera Persona de la Trinidad, podemos utilizar otras palabras, que recuerden el significado de Dios a través del amor incondicional que caracteriza a cada una de las Tres Personas de la Trinidad.

El Credo de los Apóstoles dice: “Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra”. Por su parte, el Credo Niceno manifiesta: “Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible”.

Notemos, en primer lugar, que el Credo Niceno comienza comunicando que Dios es uno solo. Recordemos que la unidad de Dios se encuentra ligada al primer mandamiento en Deuteronomio 6:4-5. De ello se sigue que, dado que Dios es uno, único, entonces su ley de amor al prójimo (Levítico 19:18) es única, sin que pueda existir ninguna otra ley por encima del amor al prójimo (Deuteronomio 12 y 13); por ello el amor al prójimo es la ley suprema (Santiago 2:8). En este sentido, Santiago 1:27 expresa que la verdadera religión consiste en ayudar a las personas con dificultades, y no mancharse del mal.

En segundo término, los Credos comunican que Dios es Todopoderoso y creador. Ello resulta importante por, al menos, dos razones: 1) Dios es nuestro Dueño, en el sentido de que Dios es único; ello implica la relevancia de la ley de amor al prójimo, la cual es suprema, de modo que nosotros sentimos que, por encima de nuestra libertad (autonomía), se encuentra la responsabilidad por los demás (amor al prójimo, solidaridad: Kant, Levinas). Vivimos como si (Vaihinger) aceptáramos que existe algo por encima de nosotros mismos, lo cual es este deber de solidaridad. 2) Dado que Dios es Creador, entonces el rasgo que más caracteriza a las personas, que es la creatividad, debe unirse (sin poder separarse) a la causa del amor al prójimo. En tercer lugar, el Credo Niceno indica que Dios creó todo lo que se ve y lo que no se ve. Ello significa que Dios es absolutamente supremo, de modo que debemos vivir con la certeza de que ninguna sorpresa ni situación nos pueden hacer dudar de la completa superioridad del deber de amar al prójimo (solidaridad).

Los pensadores han formulado muy diversas explicaciones de quién es Dios. No se trata de que lleguemos a una definición rígida de Dios, pues no cabe definición alguna. Se trata más bien de iluminarnos acerca de las muy diversas maneras en las cuales podemos ponernos en sintonía con el compromiso, siempre inexpresable, de Dios:

1.     Dios como la fuerza que lleva a curar las heridas de nuestra mente y corazón, y nos impulsa para cambiar la sociedad hacia la solidaridad (Lerner).

2.     Dios como el proceso hacia la realización personal completa, como individuos y como pueblo (Kaplan).

3.     En este camino resulta valiosa la sabiduría, entendida como la capacidad de una persona (y de un pueblo) de satisfacer sus necesidades de una manera sostenible, priorizando lo que es realmente importante, de modo que se satisfacen las necesidades sin caer en la codicia ni en la agresión (Kaplan).

4.     Religión como monoteísmo ético (Hermann Cohen).

5.     Dios como el fundamento de nuestros valores basados en la ética única del amor al prójimo (Borowitz).

6.     Dios como la experiencia integral de lucha contra todo lo que oprime al ser humano, ya sea opresión física o mental (Fromm). Ello, expresado de forma positiva, sería: Dios como la experiencia integral de solidaridad práctica (comprometida).

7.     Dios, no como un sustantivo ni como un sujeto, sino como un predicado (Kushner). Por ello sólo podemos hablar de lo que es de Dios, es decir, Divino, como el amor, la solidaridad, el cambiar la sociedad y a nosotros mismos…

8.     El ser humano no puede entender lo que Dios es, sino únicamente lo que Dios no es (Maimónides).

9.     Dios como el compromiso integral u holístico con la causa de la solidaridad, unida a la disposición de vivir con la mente y el corazón abiertos, pudiendo ser ayudados de formas que la razón no pueda entender, siempre que vivamos por este camino de la ética del amor al prójimo (dmb).

Lecturas para la próxima semana: A) Filipenses 2: 6-11 B) Colosenses 1: 12-20 C) Efesios 1: 3-10 D) Juan 14:8-11 E) Juan 13:31-35 F) Isaías 52-53 G) Salmo 16 H) Salmo 24 I) Hechos 1:6-11 J) Éxodo 12:1-11 K) Éxodo 12:14-21 L) Hebreos 9 y 10.


Lecciones de Fe Cristiana. Lección Nº 3: Credos: Una Breve Introducción

Lecciones de Fe Cristiana
Vivida en la Iglesia Episcopal,
Bajo la dirección de la Biblia como norma suprema,
En el camino de la tradición y la Razón

Lección Nº 3 – Credos: Una Breve Introducción

Daniel Montero Bustabad – www.monterodaniel.com

A. Introducción

En la Iglesia Episcopal conviven personas con muy diversas formas de interpretar los credos: Algunos se apegan a formas tradicionales de entenderlos. Otros, en un paradigma teológico liberal o progresista, los entienden como formas simbólicas de expresar el compromiso integral con la causa del amor al prójimo o solidaridad como respuesta a los grandes retos que enfrenta la humanidad. Lo más relevante es que todos, tradicionales o no tradicionales, formamos parte de la Iglesia, celebramos el aporte de los credos, de la Biblia, de la tradición y de la Razón, y formamos un mismo pueblo comprometido con el amor al prójimo.

B. El conocido como “Credo de los Apóstoles”

Se formó al unir las respuestas que daban las personas que iban a bautizarse, ante las preguntas de los Obispos acerca de la fe. Es en cierto sentido parecido a un credo bautismal utilizado en Roma en los siglos III y IV. Su forma actual procede de los siglos VI o VII.
“Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.

Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable”.

            C. El Credo Niceno

Su origen es discutido pero se podría situar en el Concilio de Constantinopla en el año 381, o bien en el Concilio de Calcedonia del año 451:

“Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”.

            D. El conocido como Credo de San Atanasio o Credo Atanasiano

Credo compuesto en latín en la Iglesia Occidental, con mayor influencia en el Sur de Francia y en España. Posteriormente se utilizó en Alemania e Italia. Se compuso en el sur de Francia en el siglo V. Su objetivo consiste en expresar la enseñanza de la Trinidad:

“Todo el que quiera salvarse, debe ante todo mantener la Fe Universal. El que no guardare ésta Fe íntegra y pura, sin duda perecerá eternamente. Y la Fe Universal es ésta: que adoramos a un solo Dios en Trinidad, y Trinidad en Unidad, sin confundir las Personas, ni dividir la Sustancia.

Porque es una la Persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; mas la Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu es toda una, igual la Gloria, coeterna la Majestad. Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo. Increado es el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Incomprensible es el Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo. Eterno es el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno; como también no son tres incomprensibles, ni tres increados, sino un solo increado y un solo incomprensible. Asimismo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Y sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios. Así también, Señor es el Padre, Señor es el Hijo, Señor es el Espíritu Santo. Y sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor. Porque así como la verdad cristiana nos obliga a reconocer que cada una de las Personas de por sí es Dios y Señor, así la religión Cristiana nos prohíbe decir que hay tres Dioses o tres Señores. El Padre por nadie es hecho, ni creado, ni engendrado. El Hijo es sólo del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente. Hay, pues, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en ésta Trinidad nadie es primero ni postrero, ni nadie mayor ni menor; sino que todas las tres Personas son coeternas juntamente y coiguales. De manera que en todo, como queda dicho, se ha de adorar la Unidad en Trinidad, y la Trinidad en Unidad. Por tanto, el que quiera salvarse debe pensar así de la Trinidad.

Además, es necesario para la salvación eterna que también crea correctamente en la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Porque la Fe verdadera, que creemos y confesamos, es que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y Hombre; Dios, de la Sustancia del Padre, engrendado antes de todos los siglos; y Hombre, de la Sustancia de su Madre, nacido en el mundo; perfecto Dios y perfecto Hombre, subsistente de alma racional y de carne Humana; igual al Padre, según su Divinidad; inferior al Padre, según su Humanidad. Quien, aunque sea Dios y Hombre, sin embargo, no es dos, sino un solo Cristo; uno, no por conversión de la Divinidad en carne, sino por la asunción de la Humanidad en Dios; uno totalmente, no por confusión de Sustancia, sino por unidad de Persona. Pues como el alma racional y la carne es un solo hombre, así Dios y Hombre es un solo Cristo; El que padeció por nuestra salvación, descendió a los infiernos, resucitó al tercer día de entre los muertos. Subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, Dios Todopoderoso, de donde ha de venir a juzgar a vivos y muertos. A cuya venida todos los hombres resucitarán con sus cuerpos y darán cuenta de sus propias obras. Y los que hubieren obrado bien irán a la vida eterna; y los que hubieren obrado mal, al fuego eterno. Esta es la Fe Universal, y quien no lo crea fielmente no puede salvarse”.