domingo, 8 de julio de 2018

La Necesidad Fundamental de la Persona y Cómo Satisfacerla


La Necesidad Fundamental de la Persona y Cómo Satisfacerla
Relacionado con los
Fundamentos de un Proyecto de
Fortalecimiento de la Iglesia San Felipe y Santiago
Además de
Aportes para la Diócesis




Daniel Montero Bustabad


I.                La Necesidad Fundamental de la Persona


¿Cuál es la necesidad  fundamental del ser humano? ¿Cuál es la aspiración implícita, subyacente a nuestros sueños y anhelos más profundos? ¿A qué aspiramos, a saber, por qué suspiramos? Cuando soñamos, dormidos o despiertos, expresando en imágenes aquellos deseos tan arraigados en nosotros, ¿hemos descubierto hacia qué necesidad no satisfecha nos impulsan dichas ensoñaciones?


Por la presente sostenemos que la necesidad más importante de la persona es ser amada incondicionalmente. Por “amor incondicional” entendemos un conglomerado de aspiraciones que giran en torno al anhelo de cada humano de ser algo más que querido por alguien; se trata de ser amada/o de verdad por lo que somos como personas, y por nada más.


A continuación resumimos esas aspiraciones que representan el anhelo de amor incondicional: 1) Ser amado/a por lo que somos como humanos, independientemente de lo que tengamos o no tengamos, de nuestro origen, ingresos económicos, etnia, intereses compartidos con otra persona, clase social, vínculo familiar, cosmovisión religiosa tradicional o liberal, o bien en la línea de reinterpretación secularizante del aporte religioso, etc. 2) Contar con un sentido concreto, específico, para nuestra vida, algo que le dé sentido a nuestro existir, de modo que formemos parte de algo más grande que nosotros mismos y haga que nuestra vida valga la pena vivirla. De conformidad a Viktor Frankl, las fuentes de sentido son básicamente tres: a) La relación: La relación profunda, significativa, con una o más personas, con un ser querido y/o con un grupo del que realmente formamos parte y al cual nos entregamos. Puede ser también la relación-entrega a un valor, como la dignidad humana holística (integral) o la espiritualidad integral. b) La creación: Una obra de arte que creamos, un trabajo que realizamos, una contribución que efectuamos. c) La actitud: Cuando la persona se enfrenta a sufrimientos que son inmodificables (no a sufrimientos evitables, para los cuales hemos de responder con valores de creación y/o de relación), como una enfermedad terminal, la persona aun conserva la posibilidad de responder a dicha situación con una actitud de dignidad humana. Por ello, cuando a Frankl se le recordaba que el ser humano era capaz de crear el genocidio de Auschwitz, Frankl replicaba que, incluso en esa situación, muchos presos entraban con dignidad, rezando una oración (Frankl fue preso en tres campos de concentración, por lo cual cuenta con autoridad para hablar al respecto). 3) Ser importante y valioso, para sí mismo y para los demás, ser una persona imprescindible, indispensable, de quien el mundo no se puede dar el lujo de prescindir, debido a su importancia. 4) Sentido de pertenencia e identidad. Pertenecer a una gran familia, cuyos orígenes se remontan al lejano pasado, se proyecta también al futuro y, respecto al presente, nos une a una gran familia en muchos países. Numerosas personas viven con la necesidad psicológica de contar con un vínculo con un pasado, con una gran familia presente, y con un brillante futuro. Es la necesidad de historicidad y tradición del ser humano.


Sin embargo, la experiencia nos muestra que dicha necesidad se encuentra crónicamente insatisfecha en nuestras sociedades occidentales. Por ello tantas personas caen en anomia, o en el egoísmo (Durkheim), o bien en las garras del miedo a la libertad (Fromm); por ello hay tanto consumismo, superficialidad, vacío o frustración existencial, adicciones, violencia, etc. Ardemos en el anhelo profundo e insatisfecho de ser amados incondicionalmente. Incluso tratándose de cristianos comprometidos, nuestra naturaleza humana requiere que nuestro amor a Jesús sea concretado y canalizado por medio de la activa participación en un grupo de personas en el cual recibamos y demos amor incondicional, y este anhelo se encuentra crónicamente insatisfecho. Lo es porque las Iglesias colocan un credo rígido en sus puertas de entrada, de modo que, de entrada, excluyen a las personas de mentalidad abierta y crítica; las Iglesias suelen aferrarse a interpretaciones de las Escrituras y de la espiritualidad, ampliamente superadas. Se excluye a las personas porque los poderes públicos, por su naturaleza, únicamente pueden proveer bienes y servicios a las personas nacionales (no a los demás, con matices), y los poderes públicos no se encuentran en condiciones de satisfacer muchas necesidades inmateriales; además, aun tratándose de medicinas u otros bienes o servicios (atención médica, psicológica, etc., a discapacitados, por ejemplo), sus recursos son tan limitados, que generalmente las necesidades de los humanos quedan ampliamente insatisfechas. Nuestra necesidad de amor incondicional arde de vacío e insatisfacción porque la familia como núcleo social se encuentra roto por la plaga generalizada de falta de amor, apatía, consumismo y violencia. Ningún grupo ama y protege a la persona solo por ser un ser humano, independientemente de su origen, credo, ideología, recursos o intereses. Como señalamos, incluso las Iglesias se basan en credos que, por definición, excluyen a las personas con mentalidad crítica. Nadie ama a nadie de verdad. Esta es la plaga de anomia, apatía, consumismo, superficialidad y egoísmo que infectan nuestras sociedades e Iglesias, y que constituyen, en realidad, un suicidio colectivo.

Empero, tras años de búsqueda, se encuentra un grupo que, por su potencial espiritual, atisba la capacidad real de encarnar ese amor incondicional de Jesús. Se trata de la Iglesia Episcopal.



II.              El Valor Especial de la Iglesia Episcopal


La experiencia personal de quien suscribe y de otras personas, nos lleva a la convicción de que la Iglesia Episcopal es la única Iglesia (o grupo de personas) que da respuesta (gracias a su forma de entender el Evangelio de Jesús -y el resto de la Biblia-, y a su compromiso con los mismos) a la necesidad fundamental de la persona de ser amada incondicionalmente. Este es el rasgo distintito de la Iglesia Episcopal, su razón de ser, su valor agregado, su valor singular percibido, lo que la distingue de todos los demás grupos seculares, congregaciones y asociaciones.


Podríamos intentar formular, sobre esta base, una declaración de posicionamiento (lema para presentarse ante la sociedad secular y atraer personas) en estos términos: La Iglesia de Puertas Abiertas, Mente Abierta e Inclusiva.


Cada persona comprometida con la Iglesia Episcopal ha de efectuar un aporte a la misma y a la sociedad en general. Las líneas que inspiran el presente documento, podrían ser una contribución a la labor permanente de la Iglesia Episcopal de re-interpretar su misión y las cinco marcas que la caracterizan.



III.            Hacia un Proyecto de Fortalecimiento


Si nos planteamos los fundamentos de un proyecto de fortalecimiento para la Iglesia Episcopal San Felipe y Santiago en Barrio Cuba, con su visión, misión, objetivos y declaración de posicionamiento, hemos de formular, primero, una salvaguarda previa: Las características de las parroquias y misiones de la Iglesia Episcopal en nuestro país son tales, que no resulta posible que las misiones efectúen un planteamiento aislado de su proyecto pastoral, por lo limitado de su feligresía y recursos. Por ello el proceso continuo de re-lectura y re-interpretación de la misión y marcas de la Iglesia Episcopal de nuestra Nación, ha de ser planteado en términos diocesanos, pensados para todo el país en su conjunto, actualizando de forma permanente su visión, misión, objetivos. Además se podría efectuar una declaración de posicionamiento clara ante la sociedad, en los términos antes sugeridos, que oriente la acción de todas las parroquias y misiones, y pueda atraer a la sociedad en su conjunto con la invitación del Evangelio a unirse a la Iglesia.


Si, como ejercicio, hemos de concretar nuestra propuesta a la Misión San Felipe y Santiago, nos encontramos con un dilema: Para una corriente eclesial, la visión, misión, objetivos y declaración de posicionamiento, ha de ser efectuada por los miembros de la congregación, sin que resulte válido el formular una propuesta ya elaborada, que se presente a la simple aprobación por parte de la congregación. Es decir, no cabe presentar “una propuesta ya cocinada” y someterla a validación, sino que la propuesta ha de ser redactada, partiendo desde cero, por el conjunto de la feligresía.


Frente a este tipo de planteamientos se muestra muy crítico el Rabí Lerner, quien señala que no resulta sostenible a largo plazo, en la dirección correcta, una congregación basada en el mínimo común denominador de sus miembros. Por el contrario, debe contarse con un posek que determine y aplique la ley vigente en la congregación, en términos tales que, interpretamos nosotros, la visión, misión y objetivos de la congregación, quedan ya fijados por su director, tal como hace Lerner en uno de sus libros.


En nuestro ámbito también nos encontramos con una corriente que señala que la visión de la congregación debe ser formulada por el pastor (lo cual incluye la visión, misión y objetivos). Una vez elaborada dicha visión por una persona, debe ser comunicada sabiamente a los miembros.


¿Cómo pronunciarnos ante este dilema? Sostenemos la tesis de que ambos enfoques deben integrarse para la Iglesia San Felipe y Santiago. Podría creerse que ello resulta lógicamente imposible, pues, o bien el proyecto pastoral lo formula la feligresía, o bien el sacerdocio como desarrollo de los lineamientos episcopales, sin que quepa mezclar ambos términos contradictorios. Sin embargo, también podría parecer ilógico que exista una Iglesia mundial con instrumentos pugnantes entre sí como la Escritura, la tradición y la razón, pero la vida diaria en comunión, y la espiritualidad, de la Iglesia Episcopal, muestran ampliamente que sí cabe vivir eclesialmente bajo esta aparente contradicción lógica. Por otra parte, también cabría considerar lógicamente imposible la vida próspera de una comunión mundial de Iglesias sin una autoridad central con jurisdicción universal. Empero, la diaria realidad de la comunión anglicana muestra que esta imposibilidad lógica sí es posible en la comunión bajo el Espíritu Santo.


IV.            Lógica Hebrea


Al respecto hemos de efectuar una digresión y apuntar, brevemente, a la diferencia entre lógica occidental y lógica hebrea. La lógica occidental es cartesiana, mostrando que algo no puede ser, al mismo tiempo, “a” y “no-a”. Algo es blanco o negro de forma excluyente, no ambas cosas a la vez. Sin embargo, la lógica hebrea es distinta. Se expresa, por ejemplo, en los refranes y sabiduría popular. Por ejemplo, la conjunción de refranes: “A quien madruga, Dios le ayuda” y: “No por mucho madrugar amanece más pronto”. Desde la perspectiva de la lógica occidental, ambos aforismos son contradictorios, mutuamente excluyentes. O madrugamos o no madrugamos, punto. Sin embargo, la lógica hebrea hace ambas proposiciones simultáneamente válidas y no contradictorias. Se aplica, aproximadamente, así: Si a una persona le flaquea la diligencia, y piensa en sumirse en la apatía, recuerda el dilema: “A quien madruga, Dios le ayuda”, y vuelve a la senda de la diligencia, esforzándose para cumplir sus deberes. Sin embargo, si otra persona enfrenta una situación distinta, ante la cual su nivel de diligencia es tan alta que cae en el estrés y ansiedad por el futuro, entonces viene a su memoria el otro brocardo: “No por mucho madrugar amanece más pronto”, y entiende que ha de esforzarse, y dejar el resto a las manos de Dios, viviendo en paz, pues él no puede hacer que amanezca más rápido. De lo anterior se deduce que ambos términos “a” y “no-a” pueden ser, y son, simultáneamente válidos, y es en la multiforme complejidad de la vida diaria donde se muestra su rica y diversa aplicabilidad.



V.              Propuestas


Retornando al dilema planteado, consideramos que el nivel de espiritualidad y comunión al que hemos de aspirar en la Iglesia San Felipe y Santiago, ha de ser tal, que en un futuro seamos aptos para formular, entre todas y todas, al mismo nivel, un proyecto de visión, misión, objetivos y declaración de posicionamiento de la misma; al mismo tiempo, ello resulta compatible con la posibilidad de que, por la presente, formulemos algunas sugerencias que puedan, eventualmente, ser tomadas en consideración por las y los feligreses de la misma. Qué valioso sería, si varias personas pudiéramos poner por escrito nuestras tesis, y estudiar cada uno los aportes de los demás, antes de reunirnos para elaborar un proyecto para nuestro futuro eclesial, inspirado por la misión y marcas de la Iglesia a nivel diocesano, pero concretados, en términos específicos, para nuestra congregación. De este modo, entiendo, se haría posible la compatibilidad, en espiritualidad y comunión, de la democracia al formular el proyecto, con la recepción de propuestas pastorales arraigadas en las tesis episcopales (misión y marcas de la Iglesia a nivel diocesano).



En desarrollo de la línea argumental precedente, podríamos formular algunas propuestas:


Visión: Ante un panorama eclesial en el cual los credos son más importantes que las personas, se excluye a los seres humanos de grupos discriminados, se mira mal a los empobrecidos, se sostienen interpretaciones de la Biblia arraigadas en el pasado, se propone lo siguiente: Creemos en una Iglesia en el cual el credo admite muchas interpretaciones posibles, viviendo juntos, en armonía y comunión, quienes pensamos distinto, pero unidos por lo que Santiago califica como la “ley suprema”: el amor al prójimo, a saber, la solidaridad. Creemos en una Iglesia en la cual se responde, en solidaridad, a la necesidad fundamental de cada persona, de ser amada incondicionalmente, por lo que es ella como humano, de modo que fomentamos que cada persona aprenda, como dice Pablo, a amar a todas y todos y a trabajar, para tener con qué ayudar a los demás. Siempre hay alguien más necesitado que nosotros mismos, a quien hemos de apoyar. Creemos en una Iglesia que integre a los colectivos discriminados, excluidos y rechazados por otras Iglesias y por la sociedad en general. Creemos en una Iglesia cuyos miembros realicen aportes a la sociedad en general y, en la medida de lo posible, contribuyamos a revertir las estructuras injustas que empobrecen a los excluidos y dañan el ambiente (“medioambiente”). Creemos en una Iglesia donde nos amemos todas y todos los feligreses y recibamos en amor a quienes nos visitan. Por todo ello nuestra Visión es una Iglesia donde nos Amamos Sinceramente, Recibimos con Brazos Abiertos a los visitantes, Apoyamos a los Necesitados (todos lo somos, de un modo u otro), Incluimos en igualdad y respeto a todas y todos, y Con Mente Abierta damos la Bienvenida a los Críticos, No Creyentes y No Religiosos.


Reiteramos que la declaración de posicionamiento para presentarnos ante la sociedad, y llamar a las personas a vivir el evangelio como parte de nuestra familia eclesial, es: La Iglesia de Puertas Abiertas, Mente Abierta e Inclusiva.


Nuestra misión se encuentra en las cinco marcas de la Iglesia Episcopal a nivel diocesano, interpretados en el espíritu de lo sostenido en el presente documento.


Los objetivos principales son: -) Oración sistemática, por parte de todas las y los feligreses, acerca del futuro de la Iglesia San Felipe y Santiago, y los pasos que hemos de dar al respecto. La oración sería tanto en la eucaristía, como en otras actividades, como en las devociones privadas. -) Efectuar sucesivos llamamientos a los feligreses para abrirse al mensaje de la conversión diaria. Ello de modo que, quienes permanezcamos en la Iglesia, seamos personas que diariamente nos convirtamos a Jesús y Le permitamos ser el centro de nuestras vidas. -) Discipular y capacitar a los miembros de la Iglesia. -) Evangelizar, tomando en cuenta una doble declaración de posicionamiento ante la sociedad: a) Ante la sociedad en general, en los términos antes indicados: Iglesia de Puertas Abiertas, Mente Abierta e Inclusiva, destinado a llamar a la conversión e integración en la Iglesia, a todas aquellas personas que, independientemente del lugar en que vivan, sean críticos, o aparentemente no religiosos o no creyentes, abiertos a la solidaridad. b) Ante los vecinos de Barrio Cuba, se realizaría, entre los feligreses de la Iglesia, un proceso de diagnóstico y planificación entre todos los miembros en espíritu de igualdad, de modo que, de ese proceso, se formule una visión, misión, objetivos y declaración de posicionamiento, propios de la Iglesia destinados a los vecinos de Barrio Cuba.


Los objetivos subsiguientes son: -) Mantener y perpetuar el ambiente de amor, compartir y alegría en las y los feligreses, celebrados en cada una de nuestras reuniones. -) Darse a conocer a las madres, padres, niñas y niños del Hogar-Escuela, invitándolos a los estudios bíblicos y a la eucaristía. -) Realizar actividades para invitar a la comunidad a conocer la Iglesia. -) Certificar a la Iglesia San Felipe y Santiago como Iglesia (no solo como Hogar-Escuela) Carbono Neutro. Para ello realizar las mejoras que se requieren, en especial en lo que se refiere a platos y utensilios que se utilizan, y reutilizar, separar, clasificar y disponer los residuos apropiadamente. -) Potenciar la presencia y, evangelización en sentido implícito, que ejercería la Iglesia al posicionarse ante la sociedad como un referente ético-solidario atractivo ante personas (aparentemente) no religiosas, no creyentes, de pensamiento secular pero que otorgan a la solidaridad el centro de sus vidas.


Un programa de trabajo podría incluir: -) Oración sistemática, por parte de todas las y los feligreses, acerca del futuro de la Iglesia San Felipe y Santiago, y los pasos que hemos de dar al respecto. La oración sería tanto en la eucaristía, como en otras actividades, como en las devociones privadas. -) Entre los feligreses de la Iglesia, un proceso de diagnóstico y planificación entre todos los miembros en espíritu de igualdad, de modo que, de ese proceso, se formule una visión, misión, objetivos y declaración de posicionamiento, propios de la Iglesia destinados a los vecinos de Barrio Cuba. -) Mantener y perpetuar el ambiente de amor, compartir y alegría en las y los feligreses, vivido intensamente, en alegría, en cada una de nuestras reuniones. -) Continuar con la eucaristía como portón de bienvenida a los visitantes y para nuestra edificación. -) Fortalecer el compartir los alimentos después de la eucaristía, en el mismo ambiente de cordialidad que abraza en sororidad a los visitantes. -) Seguir con el recién inaugurado estudio bíblico de los jueves, e incluir en el futuro otro u otros días (aporte de la Pbtera. Monterroza). -) Capacitar más a nuestros feligreses en la Biblia, en un futuro Estudio Bíblico de los domingos antes de la Eucaristía (también aporte de la Pbtera. M.). Ello para que seamos más y mejores personas capaces de evangelizar a los demás. -) Ofrecer enseñanza a quienes quieran ser parte de nuestra familia eclesial (Ídem.)  -) Perdurar en apoyarse en la conexión con el Hogar-Escuela para invitar a madres, padres, niñas y niños, a la Iglesia, aprovechando para ello las actividades para madres y padres del Hogar-Escuela (aporte de la Pbtera. M.). -) Abrir en el futuro próximo sesiones de cine cristiano para la familia, invitando a la comunidad; aunque las actividades se realicen en el Hogar-Escuela, se requiere el apoyo de otra congregación para la organización (aporte de la Pbtera. Monterroza). -) Organizar actividades de bingo, venta de garaje y otros, como medio de que los visitantes conozcan la Iglesia y, de manera breve, reciban una invitación espiritual a unirse a las actividades de la Iglesia. -) Certificar a la Iglesia San Felipe y Santiago como Iglesia (no solo como Hogar-Escuela) Carbono Neutro. Para ello realizar las mejoras que se requieren, en especial en lo que se refiere a platos y utensilios que se utilizan, y reutilizar, separar, clasificar y disponer los residuos apropiadamente. -) Utilizar la conexión con la Defensoría de los Habitantes y otras instituciones, para promocionar la Iglesia como congregación libre de discriminación e inclusiva, abierta a las personas no religiosas, no creyentes, que hacen de la solidaridad el centro de sus vidas. -) Ejercer evangelismo boca-a-boca ante las amistades, en nuestros trabajos, con conocidos, invitándolos a abrirse al evangelio y visitar la Iglesia, a todas las personas que valoran (o pueden llegar a valorar) el amor al prójimo (solidaridad) como centro de sus vidas. También a toda persona que nos preste oído. De un modo u otro, todos necesitamos ser transformados por el evangelio. Todos somos presos del pecado y anhelamos profundamente ser amados incondicionalmente; es decir, todos clamamos por la redención en Cristo.



VI.            Características de la Congregación


Se ha de dedicar un apartado a las características actuales de la congregación, con la finalidad de concretar la realidad actual desde la que se parte. 



VII.          Llamamiento Específico a la Lectora y al Lector


La Iglesia Episcopal representa la más prístina manifestación comunitaria del amor redentor de Cristo en la unción del Espíritu Santo. Constituye los brazos y manos con los cuales Jesús abraza a cada persona, expresándole amor incondicional. Se llama a pertenecer a nuestra familia a cada persona que desea entregarse al amor al prójimo en Jesús, es decir, a la solidaridad. Es la familia por la cual el amor incondicional llega a cada persona, incluyéndola solo por ser humana, sin imponerle causas de exclusión. Se ama e incluye al humano independientemente de su origen, recursos, intereses, economía, filosofía, interpretación de la religión. Provee un sentido de la vida insustituible, a través de las relaciones que fomenta con las hermanas y hermanos en la fe y en el servicio a la sociedad, a cada persona necesitada (todos somos necesitados, en un sentido u otro). Nos integramos en familia. Asimismo somos impulsados por la Iglesia a crear, a través de nuestro trabajo, ética y aportes, realizándonos en ello. Ante el dolor, nos acompaña en el ejercicio de valores de actitud sanos. La Iglesia nos provee el marco de pensamiento, y la pertenencia a una familia, en la que nos sentimos como en verdad somos: importantes, imprescindibles, insustituibles, preciosos para Cristo, para la Iglesia, para la hermana y hermano, y para el prójimo. Asimismo la Iglesia provee la realidad de formar parte de una familia inter e intrageneracional, nacional e internacional.


Aunado a lo anterior, concretizando en la Iglesia San Felipe y Santiago, los elementos para el futuro de la congregación se hallan presentes: La oración, la sororidad y amor desbordante de la feligresía, el sacerdocio comprometido, la labor de equipo. La visión, esencial para crear un futuro, se ha propuesto en el presente documento como uno de los varios posibles elementos para re-interpretar diariamente la misión y las cinco marcas de la Iglesia. Rogamos que Dios se pronuncie acerca de nuestro futuro, y las y los feligreses actuemos en consecuencia.


Querida lectora, querido lector, la decisión está en sus manos.
    


Bibliografía Comentada


Banks, Robert. La Idea de Comunidad en Pablo. España, CLIE, 2011. Comunidad en Pablo. Sostiene la tesis de que las Iglesias de Pablo se caracterizaban por su deber de entrelazar orgánicamente los distintos dones-carismas-ministerios de sus miembros, en un ambiente equitativo, de respeto pleno. El respeto a la mujer llegaba a los carismas que hoy consideramos más destacados.


Borowitz, Eugene. Renewing the Covenant. A Theology for the Postmodern Jew. Philadelphia, EEUU, Jewish Publication Society (JPS), 1996. Valioso para hebreos y cristianos, nos muestra una renovada teoría del deber religioso (mejorando el imperativo categórico de Kant), como aquel que equilibra armoniosamente nuestros deberes hacia Dios, la humanidad en general, la propia persona (self) y el pueblo del pacto.


Kant, Immanuel. Groundwork for the Metaphysics of Morals. Reino Unido, Cambridge, 1996. Fundamenta que toda la cosmovisión individual y colectiva debe basarse en la dignidad humana bajo el imperativo categórico.


Kaplan, Mordecai. The Religion of Ethical Nationhood: Judaism’s Contribution to World Peace. EEUU, Macmillan, 1970. Ofrece la síntesis de todo el pensamiento del autor. De acuerdo a la ley de la polaridad, la persona es independiente e interdependiente. Esta es la clave para entender la dignidad de la persona unida a una amplia participación en un pueblo (religioso) de vocación ética. La religión se interpreta como la autoconsciencia de un pueblo religioso, que le hace consciente de su pasado, su futuro, y su peculiar vocación de ser un modelo o servidor para los demás pueblos, expresando y viviendo la “ethical nationhood” (vida de todo un pueblo al servicio de la ética). La sabiduría es fruto de la religión y consiste en la capacidad de satisfacer nuestras necesidades de forma sostenible, evitando caer en los extremos de la agresión, la codicia y la lujuria destructiva, en un marco de sostenibilidad intra e intergeneracional.


Lerner, Michael. Jewish Renewal. EEUU, Putnam, 1994. Ofrece una teología y eclesiología sumamente valiosas, no solamente para congregaciones judías, sino también cristianas.


Morris, Robert. Una Iglesia de Bendición. El simple secreto para desarrollar la iglesia que usted ama. Florida, Casa Creación, 2014. Extremadamente valioso para determinar qué es y cómo se encuentra (práctico) la visión que oriente la Iglesia. Destaca la importancia trascendental que para la Iglesia tiene el encontrar su visión específica como congregación local, y enfocarse en ella. Sostiene que es el pastor quien debe recibir de Dios la visión y comunicarla sabiamente a la feligresía. Interpretamos nosotros que, a partir de allí, al posible miembro de la Iglesia corresponde decidir a cuál Iglesia decide hacerse miembro, dependiendo de su sintoniza o no con la visión explicada por el pastor. Destaca la importancia de una verdad bíblica: Las cosas sanas crecen naturalmente. Preocupémonos por potenciar que nuestra congregación local sea sana. Si ésta lo es, funcionarán los planes para que la misma crezca. En caso contrario no se logrará nada. Valorar.


Ramsey, Michael. The Anglican Spirit. EEUU, Seabury, 2004. Trata del espíritu de la Iglesia Cristiana y de las distintas escuelas teológicas.


Ramsey, Michael. The Gospel and the Catholic Church. EEUU, Hendrickson, 2009. El sentido de la Iglesia se encuentra en el vivir permanentemente la pasión y resurrección de Cristo. Una Iglesia es plenamente católica cuando abraza e incluye a la totalidad de los cristianos, es decir, a la cristiandad entera, sin excluir las congregaciones o Iglesias de otras denominaciones.


Ruiz, David D. La Transformación de la Iglesia. Un llamado a retornar a la esencia genética de la Iglesia. Colombia. Editorial Desafío, 2017. Sostiene que la misión de la Iglesia consiste en el discipulado, tanto hacer discípulos, como formar, moldear discípulos.


Soto Murillo, Rolando. “Diagnosticar, Planear, Organizar en el ministerio pastoral”. En Pastoral Administrativa (CEPAS) Nº 3, San José, Seminario Bíblico Latinoamericano, CELEP, Alfalit, 1987. Sostiene que las labores de diagnóstico, formulación de visión, misión y objetivos de la Iglesia, pertenece a la feligresía en su conjunto. Aporta herramientas para ello.


Stott, John. Basic Christian Leadership: Biblical Models of Church, Gospel and Ministry. EEUU, IVPress, 2006. El liderazgo en Pablo se caracteriza por su humildad, por ser servidores de los demás. He allí nuestro modelo.


Stott, John. The Living Church. Reflections of a Lifelong Pastor. EEUU, IVPress, 2011. Destaca que el papel de la Iglesia consiste en desarrollar armoniosamente su llamado a la adoración, evangelización, discipulado, koinonía (amor dentro de los fieles de la Iglesia local), servicio a la sociedad en general y ministerio ordenado.


Williams, Ralph. Escuela Dominical: El Corazón de la Iglesia. Miami, EEUU, Editorial Vida, 2003. Destaca la Escuela Dominical como centro de la Iglesia.


Daniel Montero Bustabad

Lecciones de Fe Cristiana. Lección Nº 2: ¿De qué Sirve ser Creyente?


Lecciones de Fe Cristiana

Vivida en la Iglesia Episcopal,

Bajo la dirección de la Biblia como norma suprema,

En el camino de la tradición y la Razón

Lección Nº 2 – ¿De qué Sirve ser Creyente?

Daniel Montero Bustabad – www.monterodaniel.com

I.- ¿De qué sirve ser creyente?

Vale la pena ser creyente porque Jesús es la única respuesta plena, completa e integral, a la necesidad fundamental del ser humano.

La necesidad fundamental de la mujer y del hombre, es ser amado/a incondicionalmente. Para más detalles de lo que esto significa, ver: www.monterodaniel.com

Sin embargo, la experiencia nos muestra que dicha necesidad se encuentra crónicamente insatisfecha en nuestras sociedades occidentales.

Ningún grupo ama y protege a la persona sólo por ser un ser humano, independientemente de su origen, credo, ideología, recursos o intereses (sólo Jesús lo hace). Tras años de búsqueda, se encuentra un grupo que, por su potencial espiritual, atisba la capacidad real de vivir (encarnar) ese amor incondicional de Jesús. Se trata de la Iglesia Episcopal. Jesús, por medio de la Iglesia Episcopal, ama a las personas incondicionalmente; ello se debe a lo que sigue: 1) La Iglesia Episcopal de Barrio Cuba es una familia, donde todas y todos nos amamos. 2) La Iglesia no se basa en una interpretación rígida de un credo, que excluya a las personas que realizan una interpretación moderna o postmoderna de la Biblia. Es una Iglesia de Brazos Abiertos e Inclusiva. 3) La Iglesia Episcopal muestra una gran diversidad de pensamientos, donde todas y todos nos respetamos. 4) La Iglesia Episcopal demuestra, con hechos, un gran compromiso social, incluyendo con los sectores más vulnerables de la sociedad. 5) Otros motivos espirituales, que sólo se conocen cuando se es parte de la Iglesia.



            II.- El encuentro personal con Jesús

Lo importante de ser creyente sólo se encuentra cuando tomamos a Jesús en serio, es decir, cuando nos damos cuenta de que Jesús es real, y abrimos nuestro corazón a Él.

            En el Evangelio de Juan, Capítulo 3, Nicodemo se presenta ante Jesús. Lo hace de noche, por temor a ser maltratado por las personas influyentes debido a su amistad con Jesús. Nicodemo acude ante Jesús con el corazón abierto, lo cual es muy, pero muy importante. Nicodemo, como Moisés (Éxodo Capítulo 3), sabe que los milagros no son la demostración completa de que una persona es enviada de parte de Dios. Hasta los malvados pueden hacer milagros. La demostración de que alguien es mensajero de Dios, consiste en su “contraseña”, es decir, en el mensaje que viene a dar. Así como Moisés fue enviado por Dios con un resumen de su enseñanza a través del Nombre de Dios que Moisés reveló al pueblo (Éxodo 3), del mismo modo Nicodemo busca encontrarse personalmente con Jesús para recibir la demostración plena de quién es Jesús.

            En Juan 3, Nicodemo reconoce ante Jesús que los milagros de Jesús muestran quién es Él, porque no son cualquier tipo de milagros, como los haría un malvado (milagros para buscar prestigio), sino milagros al servicio auténtico del prójimo, como dice Isaías Capítulo 61. Pero Nicodemo quiere algo más de Jesús. Y lo encuentra.

Jesús comunica a Nicodemo la “contraseña”, es decir, el mensaje que demuestra que Jesús viene de parte de Dios y que Jesús es el único camino de la salvación plena. Jesús comunica a Nicodemo que la persona debe nacer de nuevo, del agua (bautismo) y del Espíritu Santo. Esto se logra al entregar nuestra vida a Jesús, al confiar con toda fe en Jesús, entregándole toda nuestra vida y nuestras preocupaciones, y confiar en que Jesús hará lo mejor. Asimismo reconocemos ante Jesús todas nuestras limitaciones, faltas y conductas malas que, por acción o falta de acción, hemos hecho contra los demás (pecado), y Le pedimos que nos perdone por su obra salvadora al morir en la cruz por nosotros, y resucitar para darnos vida.

Luego nos comprometemos a vivir la fe cristiana siendo parte activa de la Iglesia; si de niños/as o adultos no fuimos bautizados, pues nos bautizamos. Y si ya estamos bautizados, somos recibidos en la Iglesia (una especie de confirmación), y vivimos como cristianos activos, comprometidos (Ver Lección Nº 1).

Esto es nacer de nuevo. Si, de manera sincera, le decimos esto a Jesús, vamos a nacer de nuevo. Todas las personas necesitamos nacer de nuevo todos los días, porque la conversión a Jesús es una conversión diaria.

Unámonos todas juntas, y todos juntos, para vivir cada día la vida con Jesús, como personas, como familias, y como Iglesia Episcopal.

            III.- ¿Cómo vivir unidos a Jesús?

            Para vivir unidos a Jesús, debemos:

1) Leer la Biblia y orar diariamente. Una sugerencia muy práctica de cómo lograr esto, se encuentra en la película “Cuarto de Guerra” (War Room). Podemos, en un cuaderno, anotar en una hoja algunos textos bíblicos favoritos. Luego escribimos, en otra hoja, una oración de acción de gracias y, más abajo, algunos motivos de agradecimiento. En otra hoja escribimos nuestras necesidades básicas y los nombres de las personas por quienes oramos, sin olvidar la humanidad en general, tan necesitada de Jesús. Con este material de apoyo, cada día podemos tomar nuestra Biblia, y leer un capítulo, empezando por un Evangelio. Luego abrimos el cuaderno, oramos a Dios siguiendo uno de nuestros textos bíblicos favoritos, oramos la acción de agradecimiento y los otros motivos de dar gracias. Finalmente, seguimos con las peticiones.

2) Asistir fielmente a la Iglesia Episcopal, siendo miembros activos de la Iglesia Episcopal.

3) Encontrar una manera en la cual podamos ser útiles a los demás, y comprometernos con ello. El Documental Thrive llega a la conclusión de que, para efectuar un cambio significativo en el mundo, se necesita que una multitud de personas sean de utilidad y servicio a los demás. Para ello cada persona ha de encontrar su manera propia de practicar la solidaridad a través de involucrarse en algo concreto al servicio a los demás, y comprometerse realmente con ello.

4) Vivir con ética y compartir con los demás nuestra fe en Jesús y participación activa en la Iglesia Episcopal.

Lecciones de Fe Cristiana. Lección Nº1: Compromiso


Lecciones de Fe Cristiana

Vivida en la Iglesia Episcopal,

Bajo la dirección de la Biblia como norma suprema,

En el camino de la tradición y la Razón

Lección Nº 1 – Compromiso

Daniel Montero Bustabad – www.monterodaniel.com



Un joven estaba muy contento de poder aprender de la fe, y se reunió con un maestro de mucha experiencia. El maestro dijo a su discípulo: “Antes de comenzar a hablar de nuestra fe, es importante hacerte una pregunta: ¿Estás dispuesto a morir por la fe?” El discípulo contestó: “Sí, estoy dispuesto a dar mi vida por el mensaje de la Biblia”.

Esta historia real nos muestra que la enseñanza que hoy empezamos todas juntas, es un camino de gran importancia. No se trata de hablar por hablar, ni sólo de recibir información o datos. Se trata de que todas nosotras vivamos juntas una experiencia muy profunda, que empieza por aceptar el compromiso de dedicar, en serio, toda nuestra vida a Jesús. Dedicar nuestra vida a Jesús significa vivir todos los días en amor a Él, así como en amor y solidaridad con todos los seres humanos. La única cosa más difícil que morir por la fe, es vivir todos los años de nuestra vida, fieles, en compromiso firme, constante, día a día, dedicados a Jesús y al prójimo.

Por ello la enseñanza que hoy damos inicio, comienza con una decisión: La decisión de que Jesús sea lo más importante en nuestra vida, es decir, que lo prioritario para nosotras, sea el amor a Jesús y al prójimo, una vida dedicada a la solidaridad. Nuestro tiempo, dinero, habilidades y pasiones, en nuestra vida de todos los días, han de dar gran importancia a este amor a Jesús, y a la solidaridad con el prójimo, con los necesitados, y con la Iglesia. Estas son las prioridades que Jesús nos muestra en la Biblia.

Unámonos juntas y juntos en esta oración: “Amado Dios, quiero que Jesús y su enseñanza sean lo más importante en mi vida. Entrego mi vida a Jesús. Reconozco ante ti mis errores, pecados y limitaciones, y te pido tu perdón y tu ayuda. Te pido que Jesús dirija mi vida, la de mi familia, la de mis seres queridos, y a la Iglesia San Felipe y Santiago. Te pido que abras ante nosotras un futuro de esperanza en Ti. Gracias por tu respuesta de amor”. Ahora iniciamos una vida renovada en Jesús. ¡Felicitaciones!

En la primera lección que el maestro dio a su discípulo, le recordó el texto de Deuteronomio 6:4: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor es Uno”. Fue el texto especial, que el sacerdote que casó a los padres del maestro, les dio como guía para su matrimonio. Ese versículo es muy importante. Enfaticemos la primera palabra: “escucha”. Escuchar no es solo oír, sino prestar atención, grabar en el corazón y en la mente y, sobre todo, aceptar como algo importante. Eso es lo que realmente significa escuchar.

Por ello las lecciones que compartiremos juntas y juntos, se basan precisamente en un dar y recibir unos de otros. Aprenderemos juntas, con la mente y el corazón abiertos. Viviremos comprometidos con lo que aprendemos unos de otros, dispuestos a prestar atención, a pensar seriamente en lo que aprendemos, y a ponerlo en práctica en nuestra vida diaria.

A continuación nos dice Deuteronomio 6:5 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. Este es el gran mandamiento que, junto al amor al prójimo y la solidaridad, son lo más importante de nuestra fe.

Sigamos leyendo Deuteronomio 6:6-7 “Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho,  y enséñaselas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes”. Lo que aprendemos de Jesús, no es para dejarlo olvidado o para guardarlo sólo para nosotras. La fe cristiana que aprendemos se comparte con la familia, con los seres queridos, y con la Iglesia, todos los días. La enseñanza cristiana a los hijos en el hogar, es algo muy importante para nuestra fe. Es algo que Jesús desea que hagamos. No podemos dejar abandonados a nuestros hijos o padres ancianos, entretenidos solo con televisión y tecnología. Debemos enseñarles todos los días acerca de la Biblia, mediante la conversación, la lectura de la Biblia, la oración, y el contar historias.

También Deuteronomio 6 nos llama a escribir los mandamientos de la fe en las puertas de nuestra ciudad. Esto es un símbolo que significa que la enseñanza de la Biblia debe ser importante en los asuntos políticos de nuestra ciudad y país. La moral o ética del cristiano debe vivirse diariamente en su comportamiento en su casa, en su trabajo, a la hora de votar en las elecciones, y de tomar responsabilidades públicas. Debemos vivir de forma correcta en nuestros hogares, trabajos y país. Esto es lo que hace progresar a los países.

Conclusión: En esta lección hemos aprendido lo siguiente:

            1) Hemos aceptado a Jesús como el Dueño de nuestra vida y como nuestro Salvador. Jesús va a guiar y dirigir nuestra vida. Es un compromiso serio.

            2) A lo largo de esta y las siguientes lecciones, vamos a aprender unas de otras con la mente y el corazón abiertos, dispuestos a aprender de los demás, de Jesús, y a obedecer y poner en práctica lo que Jesús nos enseñe por la Biblia.

            3) Lo que aprendamos, así como todo lo que sepamos de Jesús, lo compartiremos con nuestros hijos e hijas, con el resto de la familia, seres queridos, y con la Iglesia. La educación cristiana de la familia es una responsabilidad nuestra. La televisión y los videojuegos NO pueden ser lo más importante de la vida de nuestras hijas e hijos, sino lo que aprendamos de Jesús y de la Biblia.       4) Debemos vivir con moral o ética como personas, como parte de nuestra familia, en nuestros trabajos, y como ciudadanos y ciudadanas comprometidos con la justicia y la solidaridad.

La Pregunta Fundamental del Creyente


La Parábola del “Siervo Inútil” como Respuesta a la



Pregunta Fundamental del Creyente







I.              Introducción y Objeto



“Señor, abre mis labios, y mi lengua proclamará tu Alabanza”. En el Nombre de Jesús, amén.



Jesús compara el Reino de Dios a un tesoro de incalculable valor que un hombre encuentra enterrado en un terreno. Vuelve a cubrir de tierra el tesoro, vende todo lo que tiene para comprar el terreno, para que así el tesoro sea suyo.



El Reino de Dios consiste en la presencia de Dios en la tierra, a su manifestación de forma que nosotros lo podamos percibir o sentir. De modo parecido, podemos comparar el Reino de Dios al cofre dentro del cual se encuentran las joyas del tesoro, y a la tierra que recubre este tesoro. La tierra valiosa y protectora, representan los textos bíblicos que se encuentran antes y después de la porción bíblica que estudiamos en un momento determinado. El cofre con sus siete candados representan las palabras relevantes en las cuales se encuentran escritas las parábolas u otras enseñanzas que hablan acerca del Reino de Dios.



El texto bíblico que viviremos hoy se conoce como la “Parábola del Siervo Inútil”. “Siervo” significa esclavo, sirviente, servidor. “Parábola” es una comparación que provoca el pensamiento y se dice para que solo entiendan quienes aman a Dios de verdad (Mt. 13:10). Muchas de las enseñanzas de Jesús consisten en estas comparaciones o parábolas, pues las verdades del Reino de Dios son tan profundas, que muchas veces no pueden ser explicadas por otros medios que no sean, precisamente, comparaciones como las que hoy veremos.



Para que recordemos el nombre de esta parábola, pensemos lo siguiente: Este supuesto “siervo inútil” es el más útil de todos. El “siervo inútil” de esta parábola, es el siervo más útil de todos. No se trata de que, literalmente, nos consideremos inútiles. Se trata de una comparación, que quiere decir actitud de humildad y de realización personal ante el deber cumplido, por amor al deber mismo. Ello se debe a que, cuando nosotros, con humildad, reconocemos que hacemos el bien por amor al deber mismo, en compromiso con Jesús y el prójimo, y no buscando agradecimiento para nosotros ni recompensas, dando gracias a Jesús por Su salvación, renovando diariamente nuestro encuentro o relación personal con Cristo, entonces nos transformamos en los siervos más útiles que existen, en los siervos humildes que viven por amor. El siervo inútil es el siervo más útil de todos.



Les pido que, al escuchar esta parábola, conservemos en mente dos preguntas que nos guiarán en la experiencia de vivir la parábola: 1) ¿Cuál es la pregunta fundamental del creyente y su respuesta? 2) ¿Qué sentido tiene congregarse? ¿Por qué somos files en congregarnos domingo tras domingo, casi sin faltar? ¿Por qué no nos limitamos a asistir una vez al mes? ¿Por qué no dejamos de asistir a la Iglesia y canalizamos nuestra solidaridad a través de una organización benéfica, sin congregarnos? Estos dos grupos de preguntas nos guiarán en la exploración de la parábola.





II.            El Contexto Anterior: La Pregunta Fundamental del Creyente



Hace un momento dijimos que si el Reino de Dios es el tesoro, entonces la Biblia es el cofre que protege el tesoro. El excavar la tierra que protege el cofre, representa el estudiar los textos bíblicos que se encuentran antes y después de nuestra parábola. Escuchemos el Evangelio de Lucas, Capítulo 17:



Los apóstoles pidieron al Señor:

—Danos más fe.



En Lucas, autor de nuestro Evangelio y del libro bíblico Hechos de los Apóstoles, que es la continuación de este Evangelio de Luchas, la palabra “apóstoles” tiene un sentido especial. Se refiere a los Doce Apóstoles como pilares de la Iglesia Cristiana que floreció tras la resurrección del Mesías, se trata de los íntimos de Jesús, pilares del cristianismo. Al escribir que son, no simplemente los discípulos (como en otros textos anteriores), sino precisamente los apóstoles, quienes hacen esta pregunta, Lucas nos está comunicando la importancia de la pregunta para la Iglesia en su conjunto, en el pasado, presente y futuro.



Esta pregunta se hace a Jesús como “Señor”, es decir, como Mesías (mashiaj), y no solamente como Mesías, sino como Dios (Adonai), como el Dueño (kyrius, dominus) de nuestras vidas. Con ello se enfatiza la importancia de la pregunta.



Considero que, si la pregunta fundamental del no cristiano es “¿Cómo puedo ser salvo?”, (ver Hechos 2), entonces la interrogante más importante de toda la Iglesia cristiana es: “Danos más fe”. Si continuamos excavando en los textos anteriores de esta pregunta, vemos que Jesús acaba de pronunciar sus parábolas más profundas, expresando el amor incondicional de Dios, nuestro deber de amar incondicionalmente a los demás, de proteger a los pequeños o débiles evitándoles caer, y de perdonar sin condiciones, tantas veces como sea necesario. (El amor incondicional se trata de amar a cada humano por lo que es, independientemente de que nos caiga bien o no, de si podemos sacar alguna ventaja de él o ella, independientemente de sus ideas, origen, de si es familia nuestra o no, de si comparte o no nuestra fe, de sus creencias o acciones, de si nos respeta o nos hiere, de si compartimos o no intereses con esa persona…)



Los apóstoles, como símbolos de la Iglesia en su conjunto, se dan cuenta de que no tienen la capacidad de cumplir con lo que Jesús pide: Amor incondicional. No somos capaces de amar de verdad. No podemos dar lo que no tenemos, porque el pecado cortó nuestra capacidad de amar incondicionalmente.



Es por ello que los apóstoles piden al Señor fe, para ser capaces de ser seguidores de Jesús.



Nosotros también tenemos que llegar al punto de darnos cuenta de que no podemos, por nosotros mismos, amar incondicionalmente a los demás. Ello se aplica tanto a nosotros como personas, como también a la Iglesia en su conjunto, representada por los apóstoles.



Asimismo podemos percibir que, por nuestras propias fuerzas, no podemos tener fe. Por eso los apóstoles, como representantes nuestros, piden fe al Señor.







III.    La Respuesta de Jesús





Jesús  como nuestro Dueño responde, en primer lugar, manifestando que, si tuviéramos fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podríamos decirle a un árbol que se arrancara y se tirara en el mar, y obedecería. En la época de Jesús se decía lo de arrancarse y tirarse al mar, como un símbolo de lo que es grandioso, maravilloso. Si nos fijamos en la historia del cristianismo, podemos ver que esto es precisamente lo que sucedió. De una banda de ciento veinte seguidores de Jesús, atemorizadas y débiles, tras la muerte de Jesús,  llegamos a un mundo en el cual se encuentran auténticos seguidores de Jesús en todos los continentes. Precisamente el propósito del Libro de Hechos de Lucas consiste en mostrar cómo el Espíritu Santo actuó para llevar el evangelio de Jerusalén a Samaria hasta el final del mundo conocido, que era Roma.



Asimismo la semilla es símbolo de lo pequeño, como “pequeños” a los ojos de los demás, eran las personas débiles o empobrecidas que escuchaban a Jesús. Sin embargo, el poder espiritual se encuentra en lo pequeño, como en esta comparación. Ante Dios, lo pequeño es grande. Proteger lo pequeño lleva a la fe; esta es la fuente del poder espiritual.



La segunda parte de la respuesta de Jesús se encuentra en la parábola, que no fue Jesús la que la llamó “Parábola del Siervo Inútil”, pero que nosotros la conocemos como tal. Escuchemos:



»Si uno de ustedes tiene un criado que regresa del campo después de haber estado arando o cuidando el ganado, ¿acaso le dice: “Pasa y siéntate a comer”? No, sino que le dice: “Prepárame la cena, y disponte a atenderme mientras yo como y bebo. Después podrás tú comer y beber.” Y tampoco le da las gracias al criado por haber hecho lo que le mandó. 10 Así también ustedes, cuando ya hayan cumplido todo lo que Dios les manda, deberán decir: “Somos servidores inútiles, porque no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.”



  

IV. Elementos clave



Consideremos los siguientes elementos clave:



1.    En el texto se utilizan las palabras “criado”, “servidores”. El término griego significa esclavos.



2.    En el verso 10 se compara el compromiso de un esclavo de una persona, con ser esclavo de Dios. En otras versiones, en vez de decir “Dios” se dice “yo”, es decir, Jesús. De este modo se enfatiza que somos esclavos de Jesús, que cumplimos lo que Jesús nos manda.



3.    El esclavo madruga para su labor, dedica también toda la mañana y la tarde a su trabajo en el campo o con el ganado, y después atiende a su Señor. Ello significa que el trabajo del esclavo es agotador, de jornada completa: madrugada, mañana, tarde y noche. Así es nuestra dedicación: Nos levantamos de madrugada a trabajar, y, en una u otra cosa, nos esforzamos en nuestro trabajo durante la jornada laboral, y posteriormente trabajamos en casa atendiendo a nuestra familia y estudiando.



4.    El texto no quiere decir que somos esclavos de nuestros patronos o de nuestras familias, pero sí que nuestro trabajo cotidiano, que se hace para Jesús y por amor al prójimo, es sumamente esforzado, agotador. Jesús nos llamó a tomar nuestra cruz y seguirle, es decir, a dedicar nuestro máximo empeño en seguirle. Para nosotros, este seguir a Jesús implica trabajar con conciencias limpias y con principios éticos, en nuestro trabajo y en nuestra atención a la familia. Es un gran esfuerzo.



5.    Del mismo modo que el esclavo trabaja sin que por ello merezca el agradecimiento de su amo, así nosotros debemos cumplir toda nuestra vida de esfuerzo orientada a la solidaridad, no buscando recompensas, fama o agradecimiento ni de Dios, ni de nadie. Es decir, el motivo de nuestro compromiso con Jesús no debe ser la recompensa.



6.    El esclavo, por una parte, trabaja porque su máxima satisfacción es ver a su amo contento. Así nosotros trabajamos para gloria de Dios y para servicio del prójimo, de manera desinteresada.



7.    Aunque lo anterior sea cierto, vemos que el final del texto no enfatiza únicamente la satisfacción del amo (implícita). El texto enfatiza expresamente la seguridad en la obligación cumplida, es decir, el deber cumplido. El énfasis de la parábola se encuentra también en que el motivo de nuestro esfuerzo diario debe ser el amor al deber. Esta es la interiorización de la ley o interiorización del deber propia del Nuevo Testamento o Nueva Alianza referida en Jeremías 31:31 y ss.



8.    El deber cristiano se encuentra en que tanto nuestro trabajo, como nuestra dedicación a la familia, lo realizamos por la importancia que nosotros damos al amor, al deber de servir a los demás, tanto en el trabajo, como en casa a la familia, y por medio del estudio. Consideramos que el deber es justo (porque es amor al prójimo en acción, práctico), y lo cumplimos porque es lo correcto. Eso es amor al deber, y ello significa tomar la cruz y seguir a Cristo. Ese es el deber cristiano.







V. El Encuentro Personal con Jesús: Somos Débiles salvados por Jesús (leproso samaritano).





Anteriormente dijimos que el Reino de Dios es un tesoro de incalculable valor. La parábola que estudiamos es el cofre donde se ubica la parábola que nos enseña sobre el Reino de Dios. La maravillosa tierra que excavamos para hallar el cofre del tesoro, representa los textos bíblicos que se encuentran antes y después de la parábola, y que nos permiten comprenderla mejor.



En este caso, tras la parábola del siervo inútil que es útil, se ubica la historia de Jesús y el leproso samaritano. En la misma se narra que Jesús pasó por la zona donde vivían las personas más despreciadas por ser extranjeras, que son los samaritanos. Allí hablan a Jesús tres leprosos, dos judíos como Jesús y un extranjero samaritano. Los leprosos son enfermos sumamente graves que eran marginados y rechazados por la sociedad. Ellos le piden a Jesús sanidad, y Jesús les indica que vayan a Jerusalén a presentarse ante los sacerdotes judíos. En el camino, los tres leprosos son milagrosamente curados. Sin embargo, solamente el leproso samaritano regresa a dar las gracias a Dios y a postrarse ante Jesús. Entonces Jesús le dice al samaritano algo que no le dijo antes a los demás leprosos: Eres salvo. Los tres leprosos quedaron sanados, pero solo el extranjero agradecido quedó también salvo.



¿Qué significa esta historia para nosotras y nosotros? Solamente podremos comprender adecuadamente la parábola del siervo inútil, si nos damos cuenta de que nosotros somos el leproso samaritano. Somos personas débiles, limitadas, marcadas, por el pecado, con la impotencia de hacer el bien y cumplir el deber que Jesús nos manda. Amamos el deber, anhelamos cumplirlo, pero como dice Pablo en Romanos 7, somos absolutamente incapaces por nosotros mismos de hacer el bien.



Vivimos desgarrados por dentro, anhelando vida y ética, deseándolas, pero sin poder estar a la altura. Nosotros, como el leproso samaritano, deseamos poder dirigir nuestra vida, anhelamos ser los amos de nuestros destinos, solicitamos hacer el bien por el bien mismo, pero la lepra, que es símbolo del pecado (Rav. Bendahan), nos impide dirigir nuestras vidas, nos impide realizarnos profundamente, hace imposible cumplir el deber que tanto amamos.



Entonces aparece Jesús. El encuentro personal con Él nos marca. Le pedimos que, en Su Nombre, remueva de nosotros la lepra que es el pecado, y le damos gracias. Luego, en actitud de humildad como el siervo inútil, nos postramos ante Él, entregándole el dominio y control de nuestras vidas.



Al entregarnos a Jesús, por la ministración de la Santa Trinidad, somos transformados (Romanos 8 y 12) para ser capaces de afrontar el cumplimiento del deber que tanto amamos.





VI. ¿Qué significa lo anterior para nosotras y nosotros?



1- La parábola del siervo inútil nos dice cómo podemos ser siervos útiles. No consiste en que, literalmente, nos consideremos inútiles, sino que esta palabra “inútil”, simboliza tanto la humildad ante Jesús, nuestro Amo, como nuestra realización personal en el cumplimiento del deber cristiano de amor al prójimo y solidaridad en el camino de los frutos del espíritu de Gálatas 5. Esta parábola nos enseña que, para ser “siervos inútiles” que son, realmente, los siervos útiles para Jesús, hemos de reconocer, con humildad, que hacemos el bien por amor al bien (deber) mismo, en compromiso con Jesús y el prójimo, y no buscando agradecimiento a nosotros ni recompensas; nuestra actitud es dar gracias a Jesús por Su salvación, renovando diariamente nuestro encuentro o relación personal con Cristo; entonces Dios nos transforma en los siervos más útiles que existen, en los siervos humildes que viven por amor. El “siervo inútil” es el siervo más útil de todos.



2- Ante la pregunta fundamental del cristiano, que consiste en pedir fe a Jesús, la respuesta consiste en la conversión diaria. Ello quiere decir encontrarnos cada día con Jesús, leyendo la Biblia y hablándole a Él. Le pedimos que perdone nuestros pecados, que sea el Dueño y Director de nuestras vidas, y que nos capacite para cumplir con Su deber de amor al prójimo y solidaridad, en el camino de los frutos del Espíritu de Gálatas 5. En este encuentro personal diario con Jesús, desarrollaremos el amor al deber por el deber mismo, pues es otra forma de expresar el amor al prójimo y a la solidaridad. Esta satisfacción del deber cumplido por amor a la solidaridad práctica, es el verdadero empoderamiento.



Viviendo de esta manera, sin darnos cuenta, recibiremos en su momento la fe que tanto pedimos a Jesús, la capacitación para vivir vidas rectas y justas, tanto en lo personal como en cuanto Iglesia. De este modo la Iglesia será renovada a través de sus miembros, y recibirá el poder espiritual del que se habla en el libro de Hechos de los Apóstoles, que son los hechos del Espíritu Santo.



3- Ante la interrogante de por qué decidimos ser miembros constantes de la Iglesia, asistiendo casi todos los domingos, y de por qué no abandonamos la asistencia a la Iglesia para dedicar nuestro tiempo a una causa benéfica, la respuesta es la siguiente: Las causas benéficas son excelentes, pero limitadas a largo plazo. En las mismas se ejercita el cumplimiento del deber al prójimo, pero no se fortalece tanto el encuentro personal con Jesús, como vimos del leproso samaritano. Las causas benéficas son como los leprosos judíos que solo reciben sanidad, pero no salvación. Para que la causa del amor al prójimo sea sostenible a largo plazo, a lo largo de las generaciones, generación tras generación, se hace imprescindible el encuentro personal con Jesús. Este encuentro es, de manera personal, cada día, y, en cuanto miembros de la Iglesia Episcopal, que es el Cuerpo de Cristo, este encuentro es, al menos, una vez a la semana (salvo causas justificadas, se entiende).



Vivamos este encuentro personal y de Iglesia con Jesús, día a día, semana tras semana, por amor al prójimo, y seremos los siervos realmente útiles ante Jesús, seremos el Cuerpo de Cristo, y el futuro de la humanidad.





            VII. Final



Finalicemos uniéndonos todos en esta oración: “Señor nuestro, gracias por la salvación en Cristo; permítenos ser los siervos realmente útiles ante ti, por amor al prójimo. Rogamos perdones nuestros pecados y nos renueves día a día en los frutos del Espíritu. Nos abrimos al encuentro diario contigo, como personas y como Iglesia, para que nos transformes completamente, y que tu Reino de amor y solidaridad se haga presente. Dirige nuestras vidas. Gracias. En el Nombre de Jesús, amén”.