Título: El Don de la Autoridad (La Autoridad en
la Iglesia III)
Autor: Comisión
Internacional Anglicano-Católica Romana (ARCIC ll)
1999
I.
Antecedentes: Fruto de anteriores trabajos de
ARCIC, se llegó a consensos tales como los que se exponen a continuación:
· reconocimiento de que el Espíritu del Señor resucitado
mantiene al pueblo de Dios en obediencia a la voluntad del Padre. Mediante esta
acción del Espíritu Santo la autoridad del Señor actúa en la lglesia (cf .
Relación Final, La Autoridad en la lglesia 1,3);
· reconocimiento de que por su bautismo y su participación en
el sensus fidelium el laicado representa una parte integrante en las tomas de
decisión en la lglesia (cf. La Autoridad en la lglesia: Aclaración, 4);
·
la complementariedad de
primado y conciliaridad como elementos de episcopé dentro de la lglesia (cf. La
Autoridad en la lglesia 1,22
· la necesidad de una
primacía universal ejercida por el Obispo de Roma como un signo y salvaguarda
de la unidad dentro de una lglesia re-unida (cf
La Autoridad en la lglesia ll,9);
·
la necesidad de un primado universal que ejerza su ministerio en asociación
colegiada con los otros Obispos (cf. La Autoridad en la
lglesia 11,19);
·
una comprensión del primado universal y la conciliaridad que complemente y
no suplante el ejercicio de la episcopé en las lglesias.
II.
Ideas Destacadas:
12.
“Cuando un creyente dice "amén" a Cristo individualmente, siempre
está incluida una dimensión más amplia: un "amén" a la fe de la
comunidad cristiana. La persona que recibe el bautismo debe llegar a conocer la
implicación plena del hecho de participar en la vida divina dentro del Cuerpo
de Cristo… El "amén" del creyente a Cristo es tan fundamental que los
cristianos individuales mediante su vida están llamados a decir
"amén" a todo lo que la entera comunidad de cristianos recibe y
enseña como el auténtico significado del Evangelio y del modo de seguir a
Cristo”.
Considero
que la segunda parte de la cita es de rectitud dudosa. Es cierto que un
cristiano nunca lo es de forma individual, sino que está llamado a integrarse
en la Iglesia. Sin embargo, esta integración eclesial no se puede asumir de
forma automática que sea a una Iglesia concreta. Tampoco se puede asumir que
todo lo que llegue a enseñar la Iglesia en cualquier momento sea recto ante
Dios, ni que deba ser asumido incondicionalmente por el creyente. En principio
debe el creyente aceptar la esencia de la enseñanza de la Iglesia y seguir la
autoridad de la misma, pero ello lo es como norma general. Pueden surgir
excepciones, en las cuales el creyente tenga el deber ante Dios de apartarse de
doctrinas u órdenes de la Iglesia, por ser contrarias a la voluntad de Dios.
15. …Mediante el proceso
de la tradición, la lglesia administra la gracia del Señor Jesucristo y la
koinonia del Espíritu Santo (cf . 2 Cor 13,14). Por tanto, la Tradición es
esencial para la economía de gracia, amor y comunión…
16. La Tradición
apostólica es un don de Dios que debe ser constantemente renovado. Por medio de
ella, el Espíritu Santo forma, mantiene y sostiene la comunión de las lglesias
locales de una generación a la siguiente. La transmisión y recepción de la
Tradición apostólica es un acto de comunión en el que el Espíritu une a las
lglesias locales de nuestros días con las que las han precedido en la única fe
apostólica. El proceso de la tradición entraña la recepción constante y
permanente y la comunicación de la Palabra de Dios revelada en muchas circunstancias
diferentes y en tiempos permanentemente en cambio…
22. La
formación del canon de las Escrituras fue una parte esencial del proceso de
tradición. El reconocimiento de la lglesia de estas Escrituras como canónicas,
tras largo período de discernimiento crítico, fue al mismo tiempo un acto de
obediencia y de autoridad. Fue un acto de obediencia en el que la lglesia
discernió y recibió el "sí" dador de vida de Dios por medio de las
Escrituras, aceptándolas como la norma de fe. Fue un acto de autoridad en el
que la lglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, recibió y transmitió estos
textos, declarando que estaban inspirados y que los demás no debían ser
incluidos en el canon.
23. El significado del Evangelio de Dios revelado es
comprendido plenamente sólo dentro de la lglesia. La revelación de Dios ha sido
confiada a la comunidad. La Iglesia no puede ser descrita con propiedad como un
conjunto de creyentes individuales, ni puede considerarse su fe como la suma de
las creencias de los individuos. Los creyentes forman, juntos, el pueblo de la
fe, porque han sido incorporados por el bautismo a una comunidad que recibe las
Escrituras canónicas como la auténtica Palabra de Dios; reciben la fe en el
interior de esta comunidad. La fe de la
comunidad precede a la fe del individuo.
Resulta
valiosa la comprensión de que la tradición en Iglesia no es la suma de
creencias de los creyentes individuales, sino que el cristiano debe vivir
imbuido plenamente de la vida de la comunidad cristiana eclesial. De ello se
deriva que la Iglesia tiene un cierto peso en la toma de decisiones
individuales, así como que lo que ésta enseña debe ser analizado seriamente por
el individuo. Sin embargo, estimo que, desde un punto de vista valorativo, la
fe del individuo precede a la de la comunidad, pues la justificación es por fe
sola. Por ello debe descartarse la consecuencia de la tesis contraria que se
podría desprender de lo manifestado en el documento, que sería que el
magisterio eclesial debe ser incondicionalmente obedecido por el creyente
individual. Quien ha de rendir cuentas ante el Hijo de Hombre-juez, es el
individuo, amparado en la justificación por la fe sola que él decide aceptar
individualmente en su vida. Por ello, aunque la tradición eclesial y el
consiguiente magisterio deben tener un peso cierto en la toma de decisiones del
creyente individual, éste debe apartarse de aquéllos cuando exista una
desviación grave de la voluntad de Dios, como individuo que, como tal
individuo, debe vivir como si fuese a rendir cuentas ante el Juez terrenal
(nuevo reino de Dios), Jesús el Mesías.
28.
El pueblo de Dios como un todo es el portador
de la Tradición viva. En situaciones
cambiantes que producen nuevos desafíos al Evangelio, el
discernimiento, actualización y comunicación
de la Palabra de Dios es la responsabilidad de la totalidad del pueblo de Dios.
El Espíritu Santo actúa a través de todos
los miembros de la comunidad, utilizando los dones que él da a cada uno
para el bien de todos. Los teólogos
especialmente sirven a la comunión de la Iglesia entera explorando si y cómo se
deberían integrar las nuevas ideas en la corriente viva de Ia Tradición. En
cada comunidad existe un intercambio, un toma y daca mutuos, en el que Obispos,
clero y laicos reciben de y dan a los otros dentro del cuerpo entero (el énfasis es
añadido).
La autoridad en la
Iglesia sirve para la proclamación del evangelio y para la acción del mismo a
los que no son cristianos. Es decir, la autoridad de la Iglesia es con una
finalidad misionera (apartado 32). Por ello la autoridad ha de buscar la unidad
de todos los cristianos, y así hallar legitimidad ante los no cristianos, al
percibir una Iglesia unida (33).
El Obispo tiene
autoridad para tomar decisiones (jurisdicción), y el creyente tiene el deber de
obedecerle, pues ha de recibir como creyente su decisión y acatarla. Su
libertad consiste en saberse creyente que, como tal, recibe y cumple la
decisión del Obispo (36).
Sínodos en la Iglesia. Los
Obispos, a su vez, se integran en un colegio de Obispos (pues las Iglesias
locales son interdependientes, de modo que las mismas muestran su pertenencia a
un todo más amplio, siendo esto la comunión entre las Iglesias), de modo que
cada decisión debe tomarse en el nivel apropiado. Este principio se manifiesta
de forma distinta en las dos comuniones.
La indefectibilidad de
la Iglesia significa el cumplimiento de la promesa de Cristo a la Iglesia, de
que le enseñará toda la verdad, generando certeza a la Iglesia, pues Cristo
mantendrá a la Iglesia en la verdad (41). Como la Iglesia es indefectible, su
enseñanza es infalible (42). El colegio episcopal ejerce esta función
magisterial, en virtud de la sucesión apostólica (44).
Comentario de Daniel
Montero: La historia refuta estas tesis.
La primacía consiste en
ejercer “la autoridad en colegialidad y
conciliaridad” (45). La ARCIC ha establecido que la primacía debe ser
ejercida universalmente. Por ello el magisterio universal (proclamar y enseñar
una verdad a todos) es ejercido por el obispo de Roma en el colegio episcopal (47).
Esta enseñanza tiene el mismo peso que la aducida por los concilios ecuménicos
(47).
“Cuestiones
planteadas a los Anglicanos
56. Hemos
visto que son necesarios a todos los niveles instrumentos de vigilancia y toma
de decisiones para sostener la comunión. Teniendo esto en cuenta la Comunión
Anglicana está explorando el desarrollo de estructuras de autoridad entre sus
provincias. ¿Está la Comunión también abierta a la aceptación de instrumentos
de vigilancia que permitirían que las decisiones que deben adoptarse, en
determinadas circunstancias, vincularan a la lglesia entera? Cuando surgen
nuevas cuestiones importantes que, en fidelidad a la Escritura y Tradición requieren
una respuesta unida, ¿estas estructuras ayudarán a los Anglicanos a participar
en el sensus fidelium con todos los cristianos? ¿Hasta qué punto la acción
unilateral por parte de provincias o diócesis en materias que conciernen a la
lglesia entera, una vez que la consulta ha tenido lugar, debilita la koinonia?
Los Anglicanos han mostrado su voluntad de tolerar anomalías con el fin de
mantener la comunión. Ciertamente esto ha llevado al debilitamiento de la
comunión que se manifiesta en la Eucaristía, en el ejercicio de la episcopé y
en el intercambio de ministros. ¿Qué consecuencias se derivan de ello? Sobre
todo, ¿cómo tratarán los Anglicanos la cuestión de la primacía universal tal
como está emergiendo de su vida común y del diálogo ecuménico?”
III.
Conclusiones del texto:
a.
No
existe el cristiano aislado. Ser cristiano implica, por definición, ser miembro
activo de la Iglesia.
b.
Ser
miembro activo de la Iglesia conlleva someterse a la autoridad de la misma en
asuntos eclesiales, y acatar el magisterio (enseñanza) de la misma.
c.
Para
que la Iglesia actúe como tal Iglesia, es decir, conjunto coherente de miembros
(sociedad eclesial) y no como una banda de individuos aislados, se requiere un
elemento aglutinador. Este elemento aglutinador implica el poder, el cual tiene
dos ramas principales: i) Poder decisorio sobre asuntos eclesiales
(jurisdicción). ii) Salvaguarda y enseñanza del depósito de la fe (magisterio).
d.
La
jurisdicción y el magisterio son ejercidos en la Iglesia por los Obispos de
forma colegiada, en los distintos niveles estudiados en los textos. Ello se
fundamenta en la sucesión apostólica, entendida, ya sea como manifestación del
derecho divino, o por derecho humano.
e.
Sobre
esta base se reflexiona acerca de que los niveles de decisión eclesiales no son
solamente a nivel de diócesis y provincia, sino que también existe un nivel
universal donde debe reconocerse la primacía universal del obispo de Roma, con
cierta autoridad y magisterio de forma colegiada. Este es el punto de contacto
para lograr en el futuro una plena comunión entre anglicanos y romanos. Para
ello los anglicanos deben avanzar en los procesos de reconocimiento de un nivel
universal de magisterio, toma de decisiones y supervisión (episcopé). Los romanos, por su lado, deben profundizar en el
carácter colegial y conciliar del ejercicio de la jurisdicción y magisterio a
nivel universal, nacional y diocesano.
f.
Los
romanos y los anglicanos deben asumir de nuevo lo que realmente significa el
primado universal.
IV.
Reflexiones:
a.
El
texto formula muchos aportes para la comprensión de la autoridad en la Iglesia.
Muy significativo resulta el reconocimiento de que ser creyente implica, por
definición, ser miembro activo de la Iglesia y que el miembro activo, como tal,
debe sujetarse a la jurisdicción y magisterio de la Iglesia.
b.
Considero,
sin embargo, que podría existir una deficiencia metodológica en los
presupuestos teórico-metodológicos del texto. El mismo parte de una estructura
vertical de arriba hacia abajo y de un papel pasivo del creyente individual,
que simplemente obedece. Sin embargo, a partir del Renacimiento, la Reforma y
la Modernidad, resulta incompatible con la cosmovisión del creyente ilustrado
actual, el punto de partida pasivo-vertical del texto. Para que el creyente
actual pueda asumir los objetivos del texto, se debe partir del proceso
contrario, es decir, de forma horizontal de abajo hacia arriba y de un papel
activo del creyente en la determinación de la verdad y de la autoridad.
c.
Para
la reconstrucción de la vida eclesial de forma horizontal y de abajo hacia
arriba, resulta fundamental la teología
de Borowitz, la cual, si es el caso, podré exponer oralmente en clase.
d.
En
este proceso, el creyente individual asume el libre examen, su deber de
formular sus creencias y de asumir las consecuencias de formar parte del Cuerpo
de Cristo. A partir de estas bases entiende la participación activa en la
Iglesia, la cual implica acatar la jurisdicción de la Iglesia y su magisterio,
pero no de forma incondicional. La historia está llena de ejemplos de ejercido
incorrecto de la autoridad eclesial, ante la cual los creyentes individuales
asumieron su responsabilidad ante Jesús de apartarse de tales decisiones o
enseñanzas. Sin embargo, el que la sujeción a la jurisdicción y al magisterio
no sea incondicional, su recepción cuidadosa por cada creyente individual,
proporciona una base suficiente para garantizar una vertebración adecuada de la
vida eclesial y el avance del Reino de Dios.
e.
No
comparto la tesis de que deba existir un magisterio y jurisdicción universales.
El primado universal ha de ser únicamente de honor y, en el ejercicio de ese
honor, se debe utilizar la persuasión, nada más. Un papel semejante al del
Arzobispo de Canterbury, pero ejercido universalmente, no necesariamente desde
Roma.
V.
¿Qué dificultades se
presentan en la Iglesia en el ejercicio de la autoridad?
En
las Iglesias cristianas, independientemente de cuál comunidad se trate, se
presentan retos tales como los siguientes:
1.
Colegialidad. Garantizar que las
decisiones sean adoptadas con el debido consenso de clero y laicado (incluyendo
las diversas clases sociales). Potenciar la conciliaridad y la colegialidad.
2.
Gobernabilidad. Garantizar que el
debate no se eternice sin adoptar las decisiones que sean adecuadas, tras un
proceso decisorio colegiado (que admite primacía) que legitime la decisión. En
caso de que la decisión no sea unánime, deberá estar respaldada por una mayoría
lo suficientemente fuerte (el tipo de mayoría, simple, absoluta o más
reforzada, dependerá del tipo de decisión) como para garantizar la legitimidad
de la misma, y, por tanto, la obediencia a la misma.
3.
Representatividad. Garantizar que los
representantes de los colegios decisorios, sean lo suficientemente
representativos del clero y del laicado, incluyendo las diversas clases
sociales, niveles de educación, etnias, etc.
4.
Primacía. Procurar ganar
legitimidad ante la sociedad, mostrando la unidad de los cristianos a través de
una primacía honorífica.
5.
Episcopalidad colegial. Cada generación debe
re-descubrir y perfilar mejor el papel de las Obispas/os como custodios del
depósito de la fe que se re-interpreta en cada generación. La relevancia de las
mismas incluye lo siguiente: 1) Custodios del depósito de la fe. 2) Supervisor
de la rectitud de la administración eclesiástica. 3) Juez eclesiástico. Para
todas estas labores se necesita un órgano independiente, que no dependa de
elecciones o de mayorías transitorias, sino de personas cristianas
independientes de solvencia contrastada.
6.
Todo
lo anterior constituye la respuesta a dificultades de todas las comuniones,
tales como: i) Falta de representatividad de los colegios decisorios, por
involucrar solo clero y no laicado, o, aunque involucre a ambos, éstos no
representen las diversas clases sociales, niveles de educación, etnias, etc.
ii) Unilateralidad en la adopción de decisiones, sin garantizar la colegialidad
que contribuya a la legitimidad de las mismas. iii) Fragmentariedad local o provincial de las decisiones y magisterio,
de modo que lo establecido en una provincia contradice lo dispuesto en la otra.
Para responder a ello se encuentran los instrumentos de unidad. iv) Falta de
gobernabilidad: Los debates internos se hacen internos y no se adoptan
decisiones. v) Falta de acatamiento de las decisiones y/o del magisterio. Ello
puede deberse a falta de legitimidad de las decisiones, o bien a falta de
compromiso del laicado. La falta de
compromiso del laicado (¿clero?) es
un grave reto para el cristianismo. Vivimos una plaga de “cristianismo” nominal
que insulta a Jesús. Otro problema es una plaga de cristianos verdaderos, pero
no comprometidos con ninguna Iglesia. Este es otro grave reto del cristianismo. iv) En el
cristianismo también se vive una fuerte independencia de la Iglesia de cada
barrio o ciudad, con ausencia de cobertura espiritual o conexión con la Iglesia
universal. Ello fomenta toda clase de desviaciones y problemas. La
episcopalidad colegiada es una respuesta a tal situación.