Lecciones de Fe
Cristiana
Vivida en la
Iglesia Episcopal,
Bajo la
dirección de la Biblia como norma suprema,
En el camino de la tradición y la Razón
Lección Nº 3 – Credos: Una Breve Introducción
Daniel Montero Bustabad – www.monterodaniel.com
A. Introducción
En la Iglesia Episcopal conviven personas con muy diversas formas de
interpretar los credos: Algunos se apegan a formas tradicionales de entenderlos.
Otros, en un paradigma teológico liberal o progresista, los entienden como
formas simbólicas de expresar el compromiso integral con la causa del amor al
prójimo o solidaridad como respuesta a los grandes retos que enfrenta la
humanidad. Lo más relevante es que todos, tradicionales o no tradicionales,
formamos parte de la Iglesia, celebramos el aporte de los credos, de la Biblia,
de la tradición y de la Razón, y formamos un mismo pueblo comprometido con el
amor al prójimo.
B. El conocido como “Credo de los
Apóstoles”
Se formó al unir las
respuestas que daban las personas que iban a bautizarse, ante las preguntas de
los Obispos acerca de la fe. Es en cierto sentido parecido a un credo bautismal
utilizado en Roma en los siglos III y IV. Su forma actual procede de los siglos
VI o VII.
“Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y
de la tierra.
Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció
bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió
a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y
está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí vendrá a
juzgar a vivos y a muertos.
Creo en el Espíritu
Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los
pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable”.
C. El Credo Niceno
Su origen es discutido
pero se podría situar en el Concilio de Constantinopla en el año 381, o bien en
el Concilio de Calcedonia del año 451:
“Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del
cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del
Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres, y por nuestra
salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la
Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de
Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo
vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que
procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma
adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y
apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del
mundo futuro”.
D. El conocido
como Credo de San Atanasio o Credo Atanasiano
Credo compuesto en latín
en la Iglesia Occidental, con mayor influencia en el Sur de Francia y en
España. Posteriormente se utilizó en Alemania e Italia. Se compuso en el sur de
Francia en el siglo V. Su objetivo consiste en expresar la enseñanza de la
Trinidad:
“Todo el que quiera
salvarse, debe ante todo mantener la Fe Universal. El que no guardare ésta Fe
íntegra y pura, sin duda perecerá eternamente. Y la Fe Universal es ésta: que
adoramos a un solo Dios en Trinidad, y Trinidad en Unidad, sin confundir las
Personas, ni dividir la Sustancia.
Porque es una la Persona
del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; mas la Divinidad del
Padre, del Hijo y del Espíritu es toda una, igual la Gloria, coeterna la
Majestad. Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo. Increado es
el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Incomprensible es el
Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo. Eterno es el
Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres
eternos, sino un solo eterno; como también no son tres incomprensibles, ni tres
increados, sino un solo increado y un solo incomprensible. Asimismo, el Padre
es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Y sin embargo, no son tres
Dioses, sino un solo Dios. Así también, Señor es el Padre, Señor es el Hijo,
Señor es el Espíritu Santo. Y sin embargo, no son tres Señores, sino un solo
Señor. Porque así como la verdad cristiana nos obliga a reconocer que cada una
de las Personas de por sí es Dios y Señor, así la religión Cristiana nos prohíbe
decir que hay tres Dioses o tres Señores. El Padre por nadie es hecho, ni
creado, ni engendrado. El Hijo es sólo del Padre, no hecho, ni creado, sino
engendrado. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni
engendrado, sino procedente. Hay, pues, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no
tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en ésta Trinidad
nadie es primero ni postrero, ni nadie mayor ni menor; sino que todas las tres
Personas son coeternas juntamente y coiguales. De manera que en todo, como
queda dicho, se ha de adorar la Unidad en Trinidad, y la Trinidad en Unidad.
Por tanto, el que quiera salvarse debe pensar así de la Trinidad.
Además, es necesario
para la salvación eterna que también crea correctamente en la Encarnación de
nuestro Señor Jesucristo. Porque la Fe verdadera, que creemos y confesamos, es
que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y Hombre; Dios, de la
Sustancia del Padre, engrendado antes de todos los siglos; y Hombre, de la
Sustancia de su Madre, nacido en el mundo; perfecto Dios y perfecto Hombre,
subsistente de alma racional y de carne Humana; igual al Padre, según su
Divinidad; inferior al Padre, según su Humanidad. Quien, aunque sea Dios y
Hombre, sin embargo, no es dos, sino un solo Cristo; uno, no por conversión de
la Divinidad en carne, sino por la asunción de la Humanidad en Dios; uno
totalmente, no por confusión de Sustancia, sino por unidad de Persona. Pues como
el alma racional y la carne es un solo hombre, así Dios y Hombre es un solo
Cristo; El que padeció por nuestra salvación, descendió a los infiernos,
resucitó al tercer día de entre los muertos. Subió a los cielos, está sentado a
la diestra del Padre, Dios Todopoderoso, de donde ha de venir a juzgar a vivos
y muertos. A cuya venida todos los hombres resucitarán con sus cuerpos y darán
cuenta de sus propias obras. Y los que hubieren obrado bien irán a la vida
eterna; y los que hubieren obrado mal, al fuego eterno. Esta es la Fe
Universal, y quien no lo crea fielmente no puede salvarse”.
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