Grupo
de Honor – Good
Shepherd Church:
Propuesta
Daniel Montero
Bustabad
I.
Introducción
La
tarea de dirigir un grupo orgánico de personas, ya sea familia, Iglesia o
poderes públicos, corresponde, en primer lugar, a personas de amplios
conocimientos y experiencia. La sabiduría así adquirida cuenta con un peso
propio sumamente distinguido, de modo que les corresponde el gran honor y
responsabilidad de dirigir, de forma compartida, los destinos del grupo
orgánico. Por ello la presente obra no intenta formular directrices para la
Iglesia El Buen Pastor, ni tomar decisiones para la misma, sino únicamente
sugerir una posible dirección adicional
que tomar en la búsqueda de fondos para la misma. Representa un complemento a
la labor que actualmente se realiza a tales efectos por parte de las personas
sabias y experimentadas que dirigen sus rumbos.
Considero
que, como miembro de la Iglesia reincorporado a la misma en el último año y
medio, es mi deber aportar cualquier sugerencia que pueda disponer para
edificar la Iglesia, máxime cuando, de manera tan amable, se me ha pedido
expresamente formular sugerencias.
Muchas
veces quienes se acercan por primera vez a una obra de arte, descubren puntos
de belleza de la misma que han sido pasados por alto por expertos que han
dedicado toda una vida al estudio y cultivo del arte. Ello se debe a que, en
ocasiones, una visión fresca, que no da nada por sentado, que parte de quien se
acerca a una novedad, es capaz de observar lo que no se puede contemplar desde
la experticia en un tema. Al igual ocurre en la viña del Señor. En ocasiones quienes
nos acercamos desde la novedad a la congregación, podemos aportar un algo
especial desde nuestra propia perspectiva. Por ello las siguientes líneas se ofrecen
en oración al Señor, para que, ya sea que se sigan o no sus indicaciones, el
Cuerpo de Cristo sea edificado por el amor con el cual se formulan estas
posibles recomendaciones.
II.
El papel del laicado en la Iglesia El Buen Pastor
Para
tratar el tema que nos ocupa procede, en primer lugar, hacer referencia a las tesis
de Mordecai Kaplan, por su reorientación hacia el pueblo de Dios, en nuestro
caso la Iglesia, haciéndolo el centro de la teología. En Dios encontramos una
función natural, un proceso abierto, que opera en el pueblo y para el pueblo,
en procura de su salvación, entendida como la plena realización personal y
colectiva de la comunidad eclesial, en un camino ético individual y
comunitario. De esta forma se produce un giro copernicano de la teología,
reorientándolo hacia la persona y el pueblo, y la satisfacción de sus
necesidades espirituales y mentales, por la vía ética.
Kaplan
concibe la religión como el proceso abierto en el cual un pueblo se hace a sí
mismo consciente de su existencia y de la necesaria orientación del camino de
la colectividad por la vía ética, mediante la sabiduría. Ésta se entiende como
la capacidad personal y comunitaria de satisfacer las necesidades individuales
y colectivas de una forma sustentable mediante la templanza, sin caer en la
agresión y la codicia. Incluso eleva su requerimiento a una comunidad de
naciones que sujeten en sabiduría sus intereses a la ética. Recuerda el verso
profético y lo redefine en términos actuales: “No por la ‘ética’ del poder, sino por el poder de la ética”.
Trasladando
sus tesis a nuestra Iglesia, sostenemos que la Iglesia El Buen Pastor se
arraiga en Dios, pero sirve al pueblo Suyo, como pueblo separado, consagrado a
una misión especial de salvación.
¿Qué
implica lo anterior? Que, por parte de los laicos, resulta imprescindible una
conversión diaria individual por parte de cada miembro, de modo que el Señor
pase a ser lo más importante de sus vidas, cultivando una relación personal
íntima con Él mediante la lectura de la Biblia y la oración. La Iglesia ha de
ser concebida como el pueblo al cual pertenecemos; acudimos a la congregación a
escuchar el sermón, no para satisfacer nuestras necesidades, sino para crecer
en Cristo, compartir con el pueblo, y orientar nuestras vidas como individuos y
colectivo (como pueblo episcopal), en el camino de la sabiduría ética. La
Iglesia debe convertirse en nuestra segunda casa, más importante aun que el
trabajo o cualquier lugar de esparcimiento. El hogar debe tornarse en un templo
de virtud, y la Iglesia en nuestro segundo hogar donde convivimos con el pueblo
de Dios.
Bajo
el paradigma que propugnamos, el salón parroquial, como cualquier lugar donde
se realizan actividades o se recogen fondos para la Iglesia, deviene para el
laico tan importante como el altar y el púlpito. El convivir con los demás en
el salón parroquial o cafetería de la congregación, con feligreses habituales o
no, con conocidos y desconocidos, con miembros constantes y con advenedizos,
forma parte del centro de la experiencia de vida en comunidad episcopal, tan
relevante como los sacramentos y la predicación. Es hacer amigos de los
desconocidos, forjar poco a poco lazos de amistad sólidos, firmes y duraderos,
creciendo todos juntos como comunidad en sabiduría ética.
III.
Iglesia El Buen Pastor como Centro de la Cultura Caribeña
El
paradigma que propugnamos lleva a que los miembros de la Iglesia El Buen Pastor
podrían
expandir su visión, para convertirse en el centro de la cultura caribeña en San
José. De este modo la Iglesia podría atraer a personas no convertidas mediante
actividades muy frecuentes en torno a la cultura caribeña y su celebración,
combinados con un componente espiritual breve y la renovada explicación de
nuestra espiritualidad como cultura especial. El componente caribeño del pueblo
episcopal nos llama a convertirnos en la casa cultural del ser-caribeño, y a
atraer a nuevos miembros mediante un sabio evangelismo sutil.
IV.
Consecuencias que la Tesis Propuesta: Sugerencias
Bajo
el paradigma anteriormente definido, podemos formular algunas recomendaciones o
apartados a analizar:
Primero. La Iglesia puede
planificar su estrategia de desarrollo entendiéndose a sí misma como un centro
espiritual y a la vez secular, de la cultura caribeña en San José. Se realizarán
actividades, en las cuales se podrán recoger fondos, dirigidas no únicamente a
creyentes, sino también a todas aquellas personas que culturalmente se
identifican con el pueblo caribeño, y a aquellas personas que no se consideran
que forman parte de tal pueblo, pero desean conocer más de él.
Segundo. Se podrá formar un
Grupo de Honor, integrado por creyentes y no creyentes, que desean apoyar económicamente
la Iglesia El Buen Pastor y su edificio, por su afecto a la cultura caribeña y
su deseo de conservar y mejorar un edificio de importancia histórica como lo es
el templo.
Tercero. En el Grupo de Honor
se podrán formular una o dos categorías de miembros, dependiendo de la cantidad
de dinero que se aporte para el mantenimiento y mejoramiento del edificio y
para las actividades de la Iglesia. Los miembros del Grupo de Honor aportarán
una cantidad de dinero, ya sea trimestral o anual.
Cuarto. Como parte de la
propuesta para convertirse en miembro del Grupo de Honor, se podrá otorgar
ciertos honores en consideración a su aporte. Se deberá meditar con cuidado
acerca del contenido de los honores, para no crear discriminación en la
Iglesia. Estos honores podrán consistir en tener reservado una parte del
parqueo del templo, y algún otro respaldo que lo haga interesante, pero no
incurra en las prohibiciones establecidas en la Epístola bíblica de Santiago.
Quinto. La difusión de
mensajes y conversaciones invitando a integrar el Grupo de Honor, se dirigirá
tanto a quienes actualmente asisten a la Iglesia, a otros feligreses
episcopales, como a no creyentes que se consideren parte del pueblo caribeño, o
que desean apoyar al pueblo caribeño.
Daniel Montero
Bustabad