viernes, 23 de septiembre de 2016

Palabras Inaugurales del Foro Iberoamericano de Pensamiento Ambiental

Palabras Inaugurales del Foro Iberoamericano de Pensamiento Ambiental

“La Justicia Ambiental debe pasar de la resistencia, a la re-construcción de la existencia”. D. Barkin


Daniel Montero Bustabad 
danielmontero@danielmontero.es 


Bien pudiera parecer extraño a todas y todos ustedes, que uno de quienes inaugure un foro de pensamiento ambiental, sea precisamente funcionario de un Tribunal. Suele considerarse que los Tribunales se expresan mediante resoluciones escritas (especialmente las sentencias), no en libros u otras formas de manifestación del pensamiento. Este razonamiento, empero, es equívoco, y lo es por razones cuya aclaración resulta de relevancia para todas y todos quienes aquí hoy nos encontramos.

Como señaló el maestro de Castro (1), detrás de toda cuestión jurídica, como puede ser el responder la pregunta de cuál es el Derecho aplicable a cierto caso concreto, se esconden una serie de preguntas subyacentes; las mismas conciernen a qué es el Derecho, en qué consiste el Derecho, cómo se manifiesta y, sobre todo, si el Derecho se reduce a lo que establece el poder, o si, por el contrario, el Derecho no se reduce el poder, pues apunta a la Justicia. En nuestras sociedades, amplios sectores se identifican con el positivismo filosófico que, en lo que refiere al Derecho, en su versión paleopositivista (2), identifican el Derecho con la voluntad del poder manifestada en normas. Ante cada cuestión jurídica que se nos presenta, se plantea, de forma explícita o implícita, la interrogante de si vamos a reducir el Derecho a lo que disponen las normas establecidas por el poder, como pretende el paleopositivismo, o si, por el contrario, el Derecho se entiende como “lo justo y equitativo de conformidad con la naturaleza de las cosas y, en lo que le resulte indiferente, de conformidad con lo establecido por pacto, costumbre o ley” (Vallet de Goytisolo) (3).

En Costa Rica, el Derecho Administrativo, en su eje ambiental, con las características específicas que lo distinguen tal como hoy lo conocemos, nació precisamente porque la jurisdicción constitucional pronunció un claro “NO” al positivismo filosófico, y vinculó la protección ambiental a la Justicia. En un momento anterior a la reforma constitucional de 1994, en la cual (simplificando un poco las cosas) la Constitución Política simplemente establecía “la vida humana es inviolable” (artículo 21), la jurisdicción constitucional decidió interpretar ese texto de una forma completamente distinta a la típica de las democracias avanzadas europeas (y no solo europeas). Frente a un texto que, en las democracias avanzadas, significaba simplemente que se prohíben las torturas o tratos degradantes y, en algunos otros, que se proscribe la pena de muerte, la jurisdicción constitucional costarricense creó el derecho a la vida, la salud y el ambiente sano, tanto de las generaciones presentes, como de las futuras, correspondiendo dicho derecho no solo a los vecinos afectados, sino a cualquier habitante, sea o no residente en un lugar cercano a los hechos, e incluso a cualquier habitante que defienda ese derecho que se vea amenazado no en el presente, sino incluso cuando la amenaza únicamente afecte a las futuras generaciones. En una interpretación que claramente no limita el Derecho a lo establecido por el poder, la jurisdicción constitucional interpretó que la vida constituye una unidad holística, en la cual la calidad representa un componente importante, que nos vincula con todas las personas de la presente generación y de las futuras generaciones, incluyendo en su seno la rectitud ambiental.

La jurisdicción constitucional costarricense en este aspecto merece ser tenida en consideración como un ejemplo de pensamiento coherente para Iberoamérica, pues nos muestra que cuenta mucho la filosofía con la cual ejerzamos cada una de nuestras profesiones. Cada una y cada uno podemos marcar una diferencia en nuestras labores, ejerciéndolas con una recta filosofía, siguiendo el ejemplo de la jurisdicción constitucional costarricense. En lo que concierne en específico a los juristas, la jurisdicción constitucional costarricense nos enseña que resulta de gran relevancia el que elijamos conscientemente una filosofía jurídica para guiar nuestra forma de entender y ejercer el Derecho.

La jurisdicción constitucional costarricense no se propuso “copiar” la filosofía de ningún autor. Sin embargo, si examinamos las filosofías jurídicas con más arraigo en la actualidad, podemos sostener que la filosofía jurídica que mejor explica la forma de concebir la Constitución de la jurisdicción constitucional costarricense, inspirando sus decisiones, es el neoconstitucionalismo. El neoconstitucionalismo, presente en Europa e Iberoamérica, ha de ser tomado en cuenta como una de las corrientes de pensamiento ambiental iberoamericano. De esta región podemos citar a Miguel Carbonell en México, Carlos Bernal Pulido en Colombia, junto a Víctor Abramovich y Christian Courtis en Argentina, entre otros. Podemos citar un libro de título claro: Los derechos sociales como derechos exigibles (4).

Estimo relevante para el presente foro la necesidad de replantearnos el concepto mismo de conflicto ambiental. Solemos tener la imagen de conflicto como contraposición de intereses por al menos dos partes antagónicas, con pretensiones claramente contrapuestas. Sin embargo, dicho concepto debe ser ampliado, para comprender que, aunque no exista “pelea”, realmente nos encontramos con un conflicto cuando se está alimentando lo que se conoce como una “bomba de tiempo”. Ello quiere decir una situación claramente insostenible, en la cual el ambiente está siendo explotado, pero en la cual la población afectada no plantea pretensiones, debido a dependencia de los empresarios, por falta de educación, miedo, etc. Se trata de situaciones que en cualquier momento pueden detonar, por lo cual se debe tratar como un conflicto ya existente, con la finalidad de aliviar la presión sobre el ambiente y acercar la justicia social a la población.

En este sentido, ha de reinterpretarse el concepto de “Justicia”. En el paradigma tradicional, siguiendo a Aristóteles, se entiende por justicia el “dar a cada uno lo suyo”. Sin embargo, como critica el que fuera Magistrado del Tribunal Constitucional italiano, Gustavo Zagrebelsky (5), a la hora de definir qué es lo de cada uno, en la práctica se acude a la norma jurídica, la cual es establecida por quien actualmente tiene el poder, o por quien desea adquirir el poder en el futuro. De este modo la justicia se rebaja a ser un instrumento del poder. Tal concepto de justicia no inspira. Por el contrario, para Zagrebelsky la justicia es la experiencia compartida de lucha contra la opresión. Podemos nosotros trasladarlo en términos positivos y sostener que la Justicia es la experiencia por la dignidad humana (González Pérez, Kant 6), que compartimos todos aquellos con quienes trabajamos por esa causa.

Fruto de esta experiencia compartida, brotan máximas de experiencia o topoi (7), que son convicciones que brotan de una larga trayectoria de compromiso con la dignidad humana, de trabajo contra la opresión; las máximas son la fuente de criterios con las cuales las personas moldeamos nuestra cosmovisión, nuestra emotividad, nuestra ética, y también la forma de entender el Derecho y de ejercerlo, incluyendo los principios generales del Derecho.

Foros como el presente constituyen lugares privilegiados de formación de topoi, topoi fundamentados en el consenso de todos cuantos trabajamos contra la opresión de las personas y el ambiente. Estos consensos alimentan nuestras cosmovisiones, nutren nuestros corazones en emotividad, realzan la virtud ética y forjan los siempre renovados principios generales del Derecho en materia ambiental, de un modo que ningún poder podrá anular. Ningún poder podrá revocar las máximas de experiencia ambiental que brotan de experiencias como las de este foro, porque están cimentados en la Justicia que busca a D-os sirviendo a las personas y el ambiente.

Por ello este foro es un lugar muy adecuado para un Tribunal, y este foro es un lugar muy adecuado para todas y todos ustedes. Bienvenidas y bienvenidos.





jueves, 22 de septiembre de 2016

Mensaje a las Ancianas y Ancianos

Mensaje a las Ancianas y Ancianos



Cuenta la tradición, la mitología y la leyenda, que hace mucho, mucho tiempo, en un pueblito lejano, muy lejano, al otro lado del mundo conocido, vivían plenos y realizados los seres más tiernos, dulces y cálidos, gozándose en la paz interna que les proporcionaba la tradición a la cual se identificaban con inocencia. Gracias a la misma, amaban a D-os con todo su corazón, y al prójimo como a sí mismos. Esa tradición se remontaba a la más vetusta antigüedad, y los unía con lazos de fraternidad y armonía en un pueblo ejemplar.

Sin embargo, en medio de ellos surgió un villano que, envidioso de la inocencia y amor a D-os que manifestaban esos seres, decidió tratar de amargarles la vida con mentiras. Urdió una fórmula falsa, que en forma de mentiras susurró en los tiernos oídos de los habitantes de la región, especialmente los más jóvenes. Las mentiras decían cosas como: “Ser solidario y amoroso no sirve, pues es el dinero lo que nos hace importantes”; otra mentira: “somos lo que tenemos, consumir cosas caras nos hace importantes”; o: “seamos consumistas, para ser aceptados por los demás”. Propagó también mentiras como: “La realización en la vida viene del poder que da el dinero”, “el dinero nos hace importantes ante los demás”, “el amor se compra”, “seremos más aceptados cuanto más tengamos”, “lo que se compra llena nuestro vacío interno” y demás.

El efecto de las mentiras fue fulminante. Los jóvenes perdieron la alegría de vivir y se amargaron por no ser ricos. Se pelearon unos contra otros por buscar el dinero escaso y el poder; trataron de comprar el amor, para  sentirse llenos por dentro, y en cambio se sintieron más y más vacíos.  Proliferaron el crimen, la violencia, el vacío interno y la muerte. La vida de los jóvenes se convirtió en una desgracia.


En ese momento de la historia de aquel pueblito lejano, en el cual los jóvenes habían flaqueado, Jesús hizo sonar en los cielos el shofar llamando a la batalla espiritual. Esa señal de alarma fue captada en la tierra, en ese pueblito recóndito, por las únicas y los únicos amigas y amigos de Jesús que estaban 24/7 conectados al Señor, y percibieron la voz de alarma y el llamado a responder a esta situación de emergencia.

Estas amigas y amigos de Jesús tenían algo en común: Eran de edad avanzada, con amplia experiencia, y esa amplia experiencia les había mostrado que el amor no se compra, que el dinero no llena por dentro, que las amistades tampoco satisfacen, sino sólo D-os. Eran los únicos que no creyeron las mentiras propagadas por el envidioso, y se mantuvieron fieles a la causa del amor al Señor y al prójimo, en solidaridad para con los demás.

Comprendieron que su edad avanzada era su principal fortaleza, pues esa edad avanzada es el testimonio viviente de lo siguiente: Primero. No se puede comprar nada que llene el vacío interno, ni se puede comprar el amor, ni se puede comprar nada que nos llene por dentro. Segundo. Lo que da sentido a la vida es la conversión diaria, y es necesario ser de edad avanzada para demostrar con la experiencia de la vida que el sentido de la vida es Jesús. Tercero. Vale la pena vivir la tradición en comunidad. La tradición arranca en la Biblia y consiste en vivir en amor a D-os y al prójimo, en solidaridad, junto a otros que comparten esa experiencia. Ese vivir juntos es la tradición. Cuarto. La justicia consiste en una larga experiencia, que involucra diversas generaciones, experienciando la vida de uno por muchos años, en el camino del amor al prójimo y solidaridad. Fruto de esa experiencia, individual y compartida, de amor al prójimo y solidaridad, brotan máximas de experiencia o topoi, que nos indican cómo comportarnos, sentirnos y pensar ante las situaciones concretas de vida, cómo comprender nuestro devenir vital y forjar un proyecto de vida.

Estas son las herramientas para un futuro cristiano, que solo están en las manos de las amigas y amigos de Jesús de más años, ese es su aporte especial de esas hijas e hijos tan amados.

¿Cómo termina esta historia?

La respuesta está en cada una de nosotras y nosotros. Será un final feliz si aceptamos el llamado de Jesús.