miércoles, 27 de mayo de 2015

La Tentación de Caín: Una Advertencia para Nosotros Hoy

La Tentación de Caín: Una Advertencia para Nosotros Hoy


Daniel Montero Bustabad


            I. Introducción.


¿Qué les parece el refrán que dice: “Cada uno en su casa y D-os en la de todos”? Sin duda se pueden extraer varias enseñanzas positivas del mismo. Sin embargo, muchas veces ese dicho se utiliza en otro sentido, un sentido perverso, que refleja claramente la mentalidad de la época actual, como el siguiente apotegma: “El que se mete a mesías termina crucificado”. Se trata de la filosofía que nos dice que no tenemos responsabilidad por lo que les suceda a los demás, que no existe un deber de ayudar y amar a los demás. Esta filosofía es el “camino de Caín”, es decir, la visión de la vida del primer asesino de la historia.

En este sentido, el propósito de la siguiente lección consiste en analizar qué lección puede darnos a nosotros, hoy, la vida de Caín. ¿Qué nos enseña este relato bíblico a nosotros, en la actualidad, con nuestros retos, dilemas y esfuerzo cotidiano? Sostendremos la tesis de que el ejemplo de Caín es una tentación en la que es muy fácil caer en la actualidad. También estimamos que el relato bíblico de Caín y Abel nos enseña, por contraste, debemos vivir como lo hizo Abel, no como Caín.


            II. Desarrollo.


1. Los relatos bíblicos.

La Biblia nos enseña que la vida de Caín no fue solo un (mal) ejemplo para las personas del tiempo de Génesis capítulo 4. Por el contrario, muestra una tentación que se prolonga más allá en el tiempo. En este sentido, Judas 10 y 11 afirma: “Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré”.

¿Cuál es el “camino de Caín”, es decir, la tentación de Caín que se prolonga en el tiempo? Para ello hemos de examinar no solo la enseñanza bíblica acerca de Caín, sino también la que se refiere a Abel. Ello se debe a que Abel representa lo contrario a Caín, con lo cual, conociendo a Abel, sabremos cómo no era Caín.

Caín nació poco después de que la humanidad cayese en el primer pecado. Recordemos que Caín es el primogénito de los dos primeros humanos, Adán y Eva. En aquella época el tiempo de vida de una persona se dividía en una unidad de medida que era aproximadamente mil; el tercer hijo de Adán y Eva nació en el período ciento treinta de los casi mil períodos de vida de Adán, es decir, relativamente al poco tiempo de nacer Adán. Pues bien, aun antes nació Caín.

El nombre “Caín” significa “adquirir” o “llegar a tener”, palabras atribuidas a Eva al momento de dar a luz a su primogénito Caín, diciendo que ha adquirido varón, es decir, ha llegado a tener un hijo varón. Por su parte, Abel significa enlutado.

El contraste de esos dos nombres resulta significativo. En primer término, se llega a tener o se adquiere. Posteriormente, se pierde trágicamente lo que se adquirió.

La llegada de un hijo después de la caída en el pecado, era un gran acontecimiento. Se trataba de la venida de una esperanza de un nuevo nacimiento para la humanidad. Es la posibilidad de una nueva humanidad (*).

En Génesis 4:4-5, vemos que Abel ofreció al Señor una ofrenda que fue agradable al  Padre. Esta ofrenda consistió en un primogénito de oveja, siendo el Cordero el símbolo del siervo sufriente que moriría en expiación de nuestros pecados (Isaías 52 y 53). Sin embargo, Caín trajo una ofrenda consistente en el fruto de la tierra, la cual no fue bien vista por el Señor. Caín se ensañó (enojó) muchísimo por este rechazo, decayendo su semblante. Podríamos preguntarnos si parte de ese enojo no se debería únicamente a que D-os no respondió con agrado a la ofrenda, sino también la envidia que el asesino sentia hacia Abel, por cuanto el Padre sí se mostró satisfecho por la ofrenda de Abel; esta suposición se fundamenta en los textos bíblicos que transcribiremos más adelante.

Hebreos 11: 4 aduce: Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”. Esta es la respuesta profunda a la pregunta de por qué el Señor aceptó con agrado la ofrenda de Abel y no la de Caín. Abel vivía por la fe (emunah: fidelidad), es decir, en justicia. ¿En qué se exterioriza la fidelidad de Abel, por contraste con Caín? En que Abel amaba al Padre y al prójimo, lo cual es el centro del mensaje bíblico (Levítico 19:18, Levítico 19: 32 y siguientes, Éxodo 23: 4-6, Mateo 25: 31 y siguientes, Santiago 2:8).

En este sentido, 1 Juan 3:10 y siguientes, manifiesta: “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas”.

El centro de la vida de Caín no era el amor. Ello se muestra no solo en el texto citado, sino también en Génesis 4:

a. Por una parte, antes del asesinato, el Señor notó que Caín estaba disgustado porque a Él no le había agradado la ofrenda de Caín; por ello D-os fue a conversar con Caín. Del capítulo citado se deduce que el Señor le explicó que el ser humano tiene la posibilidad de escoger el bien y apartarse del mal, pero que todo depende de su decisión. Tiene la capacidad de hacer lo bueno, y tiene la capacidad de hacer lo malo: “Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él” (Génesis 4:6-7). ¿Cuál fue la respuesta de Caín a esta enseñanza del Padre? La respuesta de Caín fue asesinar a Abel.

b. Cuando D-os confronta a Caín por su crimen, Caín resume en pocas palabras lo que Judas denomina “el camino de Caín”. Se trata de la filosofía de Caín, la que es la tentación que se nos presenta cada día, y contra la cual hemos de luchar en la actualidad. Esta filosofía es: “Y el Señor dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Génesis 4:9). Caín niega que el ser humano tenga responsabilidad por lo que le pase a su prójimo. Para Caín la persona no tiene el deber de velar para que a su hermano le vaya bien. Diciendo que el humano no es guarda de su hermano, formula en pocas palabras lo opuesto al amor a D-os y al prójimo. Caín niega que exista un vínculo entre las personas, un deber de amor que nos une en lazos de hermandad.

Esta es la blasfemia de Caín, la tentación de los tiempos actuales.

En Génesis 4: 13-16 vemos las consecuencias de la ofensa de Caín: “Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra... Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén”. “Nod” significa ser errante, sin residencia fija en la tierra. La consecuencia de romper el vínculo de amor y cuidado al prójimo y a D-os, es perder el sentido de la vida, es quedarse sin orientación que nos guíe en la existencia, es perder el sentido de pertenencia, el saber que pertenecemos a algo grande en la vida que nos llena y nos hace sentir bien.

2. La tentación de Caín en la actualidad.

En nuestra época, cuando decae la enseñanza judeocristiana en la sociedad, cuando masivamente la sociedad se separa del Señor, es muy común escuchar, de diferentes modos, que no tenemos deberes de amor y cuidado hacia los demás. Incluso esta visión de la vida se muestra en el empleo errado del refrán: “Cada uno en su casa, y D-os en la de todos”. Las personas piensan que no deben amar ni ayudar a los demás.

A consecuencia de romper con la causa del amor al Padre y al prójimo, la persona promedio de los tiempos actuales, se siente como Caín, sin sentido de pertenencia, siente que no tiene un motivo para vivir, nada que lo llene por dentro y le haga sentir bien; se siente sin orientación en la vida, sin motivos para seguir adelante en la vida cotidiana. Este vacío se intenta llenar, en vano, con consumismo, agresividad y drogas, ya sean drogas físicas, religiosas o psicológicas.

La respuesta a esta desorientación de la humanidad, se encuentra en ser como Abel, personas que depositamos nuestra fidelidad en el Señor, que vivimos en justicia, luchando cada día por mostrar amor práctico a D-os y al prójimo. Es cierto que muchas veces sufrimos, y que incluso numerosos creyentes son muertos, como le sucedió a Abel y a Jesucristo (Mateo 23:35 y Lucas 11:5). Sin embargo, vale la pena vivir en amor. El amor al Padre y al prójimo es el sentido de la vida, lo que nos llena por dentro, lo que nos motiva y brinda fuerzas, es aquello por lo que vale la pena vivir.


            III. Final.


¿Cómo resumir en pocas palabras lo que hemos estudiado? Podemos decir que, cada vez que vemos una persona, y cada vez que hacemos nuestro trabajo diario, sentimos la tentación de vivir como Caín, como si no tuviéramos responsabilidades hacia los demás. Podemos tratar mal a las personas, y ejercer nuestro trabajo de una manera equivocada, haciendo mal a otros, o simplemente laborando sin ganas. Si caemos en la tentación, viviremos como Caín, sin un motivo para vivir, sin sentido de pertenencia, sin orientación en la vida. La Biblia nos llama a vivir como Abel, en amor práctico a D-os y al prójimo, en fidelidad y justicia. Este es tu camino, mi camino, el camino de la Iglesia. Vivamos unidos al Señor y al prójimo.


Nota:

(*) Sin embargo, la humanidad por sí misma no puede lograr nada. Caín se empeña en ser él mismo, es decir, en vivir por y para sí mismo, separado de su prójimo y separado de D-os. Esta separación origina el primer asesinato de la historia y el sumergir la humanidad en el caos. Sin el Señor no somos nada, ni podemos nada. Pero si vivimos unidos al Padre, nuestra vida será plena de sentido.




Daniel Montero Bustabad