¿Estamos a la altura de nuestra Misión?
Sobre la unión inseparable entre
Nueva Evangelización y Vida Matrimonial Sana
Introducción a Génesis 20 y 21
Daniel Montero Bustabad
I.
Introducción.
La pregunta de si estamos a la
altura de nuestra misión debe ser una constante en nuestra vida de oración;
forma parte de la reflexión permanente de todo fiel hijo de D-os, buscando
crecer en el camino del Padre y reconocer sus faltas para ser perdonado. También
debemos hacerlo por amor a la humanidad; ello se debe a que, si nos alejamos
del Señor, no seremos aptos para transmitir con nuestros actos y vida, el
llamamiento al arrepentimiento que D-os desea realizar a todos los seres
humanos a través nuestro.
Mediante la presente reflexión
profundizaremos en una interpretación de los capítulos 20 y 21 de Génesis que
nos lleve a formular un mensaje racional válido para las personas de la
actualidad. En concreto, procuraremos tomar de dichos capítulos la respuesta a
la pregunta de cómo vivir a la altura de nuestra misión de hijos de D-os,
especialmente a través del vínculo íntimo entre Nueva Evangelización y Vida
Matrimonial Sana.
Con dicha finalidad tomaremos como
punto de partida la dignidad humana y, desde su luz, analizaremos el texto bíblico.
En línea kantiana entendemos por dignidad humana, el compromiso integral u
holístico de tratar a cada persona como un fin en sí mismo y no como un objeto
o instrumento para otra finalidad, sin
importar cuán importante, sagrada, patriótica o urgente sea esa otra
finalidad. Tomando tal punto de partida, observamos que el mandamiento bíblico
de amar al prójimo (Levítico 19:18), al extranjero (Levítico 19: 32-35) y al
enemigo (implícito en el mismo Levítico 19:18 e incluido en Éxodo 23:4-6),
constituye la forma bíblica de designar el compromiso integral (holístico) con
la dignidad humana.
II.
Desarrollo.
1-
Génesis capítulo 20 verso 1.
Tomemos como antecedente los capítulos 12 y 15 del libro
de Génesis. Abraham vivía en Ur de los Caldeos, la capital del impero que en
ese entonces dominaba el mundo conocido. Abraham fue llamado (vocación) por el
Señor para dejar su tierra y su familia y vivir una vida nómada en la periferia
del mundo (Palestina), con una misión muy especial: formar una familia a través
de la cual serían bendecidas, apoyadas y amadas todas las naciones de la
tierra.
Abraham fue llamado ser un auténtico misionero. ¿Qué es
un misionero? Pensemos en los sefaradíes que recorrieron los rincones del continente
americano evangelizando a los paganos; su vida implicaba pobreza, abstinencia, carencia
de familia cercana, torturas, riesgo de muerte inminente, mil y un peligros con
tal de sembrar la palabra de D-os en los corazones de los nativos.
Aunque la Biblia nos informa que Abraham era rico, ello
no lo exime del riesgo que corría por vivir el Camino del Señor en medio de
sociedades paganas, lejos de su familia extendida, en una época en la cual no
existía protección para el extranjero, donde la crueldad formaba parte inseparable
de las culturas dominantes.
El misionero Abraham, hombre que vivía al filo de la
navaja, debía no solo forjar día con día una familia santa que fuese ejemplo a
la humanidad y la bendijese en todo sentido, sino que también debía, con su
ejemplo y recta conducta, evangelizar (hoy sería Nueva Evangelización) a los
paganos; ello consiste en mostrar con su ejemplo que existe una forma de vida
infinitamente mejor que la idolatría, en amor práctico y solidaridad, fiel
reflejo del carácter amoroso del D-os único (Deuteronomio capítulos 4 a 6).
En Génesis capítulo 20 verso 1 observamos que parte del
recorrido misionero de Abraham incluyó residir en el desierto del Negueb en el
extremo sur de Palestina.
2-
Génesis 20 versos 2 y 11 a 13.
En este texto se dice que Abraham mintió al decir que
Sara era su hermana, en realidad media hermana, omitiendo también añadir que
era su mujer. Abraham “justificó” su proceder por el riesgo que corría de ser
asesinado por los supuestos inconversos (Abimelec y demás) con tal de robar a
Sara. Con esta mentira repetida Abraham permitió que Sara pudiera ser tomada
por Abimelec u otro hombre. En otras palabras, Abraham trató a su esposa como
una simple mercancía, permitiendo que otros la poseyesen, con tal de salvar su
vida.
El pecado de Abraham consiste en violar la dignidad
humana de Sara, tratándola como un objeto del cual puede deshacerse con tal de
salvar la vida. En este sentido, en la doctrina judía se ha desarrollado la
explicación de que existen pecados que se deben evitar, incluso si ello implica
perder la vida. Dentro de estos pecados se encuentra la idolatría. Al mismo
nivel ponen el adulterio, lo cual resulta consecuente con lo que hemos
explicado, pues implica tratar al cónyuge como una mercancía cuya dignidad se
viola con tal de lograr lo que se quiere.
Con su ejemplo negativo, como veremos a continuación, la
historia de Abraham nos muestra que lo primero que debe evitar quien desea estar
a la altura de su Misión es violar la dignidad de otras personas, empezando por
su cónyuge y por nosotros mismos.
3-
Génesis 20 versos 3 a 8.
Abimélec, quien supuestamente era un simple pagano que
debía recibir el llamado al arrepentimiento a través de Abraham, en realidad
muestra ser más creyente que el mismo Abraham; ello se debe a lo siguiente:
a.
Abimelec sabía quién era D-os. No confundió al Señor con
cualquier “d-ios” pagano, sino que lo identificó como el Padre de la bondad. (Ab:
Padre; melec: Rey).
b.
Abimelec era humilde, pues recibió con solicitud el
mensaje del Señor.
c.
Abimelec obedeció al Padre sin rechistar.
d.
Abimelec actuó de buena fe, y D-os confirmó que, en
efecto, eso era cierto, y tan cierto era, que el Señor impidió que su hijo
amado Abimelec pecara.
e.
Abimelec no solo obedeció en todo al Padre, sino que
también dio instrucciones claras al pueblo, enseñándoles que D-os es justo, que
el homicidio y el adultero están prohibidos y que la paga del pecado es muerte.
f.
Abimelec como rey supuestamente pagano, está más cerca de
la bondad y la justicia que miles de gobernantes supuestamente cr-stianos.
Este texto nos enseña a ser humildes, humildes como el
cobrador de impuestos, que se negaba a actuar como el fariseo convencido de su
justicia, y que solo le ruega a D-os por misericordia, sabedor de sus
debilidades.
Ya vimos que el primer paso para ser misionero y estar a
la altura de nuestra Misión, es respetar la dignidad humana de las personas,
empezando por nosotros mismos y por nuestro cónyuge.
El segundo paso para vivir a la altura de nuestra Misión,
se encuentra al estar siempre al tanto de que la otra persona, el supuesto “inconverso”,
puede en realidad ser más creyente que nosotros mismos. No ganaremos un alma para
Cristo si nos creemos santos y que los demás son pecadores. Debemos acudir
humildemente a la cruz cada día y pedir perdón por nuestras faltas; asimismo
hemos de ser humildes y valorar a cada persona que conocemos, y descubrir en
ella los aspectos de bondad y de justicia que se encuentran en sus vidas. Luego
podemos utilizar esa bondad y justicia que encontramos en ellos como
herramientas para presentarles el evangelio. En casos especiales en los cuales
no encontremos nada positivo en esas personas (ejemplo, un dictador), hemos de
efectuar un llamamiento al
arrepentimiento, pero de manera humilde, no creyéndonos superiores a nadie,
sino con la humildad de Cristo.
4-
Génesis capítulo 20 versos 9 y 10.
Abimelec, después de haber contado a sus subalternos el
mensaje del Padre de modo tal que les inspiró temor de D-os, encara y critica
abiertamente a Abraham. Tomemos nota de que Abimelec no le reprocha a Abraham
que sea creyente, sino que lo critica directamente (como debe ser, a la cara,
no a sus espaldas) por no ser un creyente fiel.
Lo indicado en el párrafo anterior nos lleva a constatar
que la tercera etapa para vivir a la altura de nuestra Misión, consiste en
percatarnos de que la principal manera de evangelizar no está en hablar, sino
en el ejemplo, en la vida diaria que refleje los valores del Reino de D-os
(reino de los fines en terminología kantiana), es decir, en una conducta de
amor práctico a D-os y al prójimo. Abraham demostró no estar a la altura de la
Misión porque violó la dignidad humana de su esposa al tratarla como una simple
mercancía. Es decir, Abraham no dio buen testimonio, lo cual le acarreó el
reproche justificado de la gente.
El misionero, el siervo de Cristo, debe saber que el
mundo tiene los ojos puestos en él. Si vive de acuerdo al amor práctico a D-os
y al prójimo, estará evangelizando sin
necesidad de utilizar palabras. Si se aparta de tal amor práctico al prójimo,
estará siendo un obstáculo a la evangelización, tal como le sucedió a Abraham.
Lo señalado anteriormente no significa que el creyente no
deba evangelizar mediante las palabras. Las palabras dichas en el momento
oportuno, con el mensaje correcto y de forma respetuosa, son valiosas para la
conversión de las personas. Pero deben ser palabras respaldadas con el
testimonio. De lo contrario, haríamos realidad el reproche de Cristo a sus
contemporáneos citando la Escritura: “Por su causa mi nombre es insultado todo
el día”.
5-
Génesis capítulo 20 versos 17 a 20.
En estos versos vemos que Abraham intercede por Abimelec
ante el Padre, rogando por la salud de la familia de Abimelec. Ello significa
que Abraham responde con humildad al reproche de Abimelec. Abraham, a pesar de
su error, rectifica, y cumple la voluntad del Señor: interceder por quien lo
criticó justamente. Muchos de nosotros, en los momentos difíciles, nos sentimos
tentados a abandonar el camino y dejar de lado nuestro compromiso con Cristo. Por
el contrario, Abraham, demostrando ser el patriarca de la fe, muestra humildad
y arrepentimiento, porque cumple el mandato del Padre intercediendo por
Abimelec. En la vida es muy fácil caer, pero como dijo alguien, lo que nos
define no es la caída, sino lo que hacemos después de caer, es decir, si nos
levantamos y continuamos adelante en el camino recto.
6-
Génesis capítulo 21 versos 1 a 7.
Este pasaje se conecta con el mensaje de la semana pasada
(Génesis 28 versos 9 y siguientes). La fe, la fidelidad de Abraham (su capacidad
de seguir adelante y reponerse a pesar de haber caído) es recompensada con un
hijo, no solo en el sentido biológico, sino en el sentido racional. Ello quiere
decir que la persistencia del justo tiene como consecuencia dejar una huella
para el futuro. Quien sea constante en los caminos del Señor dejará un impacto
en las vidas de los demás, que trascenderá el tiempo y brillará de generación
en generación (Isaías 53 versos 10 y siguientes).
7-
Génesis capítulo 21 versos 8 a 19.
Después del nacimiento de Isaac, Sara siente celos por
Agar y su hijo Ismael. Este sentimiento se enciende al ver a Ismael jugar. Por
ello pide a Abraham que despida a Agar y a Ismael. Este no es el momento para
debatir si eran celos justificados o no. El panorama en el que se encuentra
Abraham consiste en que, por los motivos que sean, su esposa no puede vivir
teniendo al lado la otra mujer de su marido y su hijo. Es una situación muy difícil.
Abraham escucha a D-os, quien le insta a obedecer a su esposa. Obedeciendo al
Señor, Abraham nos da una enseñanza racional muy importante: Una vida
matrimonial sana implica que el marido acepte aquellas situaciones
innegociables en las que se ha de ceder para alcanzar la paz del hogar (shalom bayit). Lo mismo aplica por parte
de la mujer respecto a su marido.
Manteniendo la paz en el hogar Abraham muestra ser un
fiel misionero de D-os, complaciendo a su esposa en aquellos aspectos tan
importantes, respecto a los cuales la esposa siente que le resulta imposible
ceder.
8-
Génesis 21 versos 22 a 34.
Aquí nos encontramos con una encarnación viva de
Deuteronomio 4: 5 a 9. La fe, la fidelidad de Abraham a las normas dadas por
D-os, lo acreditan como un hombre justo, de buen testimonio. Este buen
testimonio hace brillar a Abraham, de modo que lo que nosotros llamamos “inconversos”,
Abimelec y sus subalternos, acuden a Abraham para fortalecer su relación.
Aquí vemos confirmada la enseñanza racional en el sentido
de que el buen testimonio en general, y, en especial, el buen testimonio de una
relación matrimonial sana, que procura la paz en el hogar (shalom bayit), son los aspectos más importantes en la evangelización
del misionero. Aquí se encuentra la clave para vivir a la altura de nuestra
Misión.
III.
Conclusión.
Algunos aspectos relevantes del pasaje analizado son:
1-
Abraham fue llamado por D-os para ser misionero nómada,
sin un punto fijo de residencia, con la finalidad de formar una familia santa,
que fuese de bendición para todas las naciones de la tierra, y pilar de la evangelización del mundo.
2-
Para lograr lo anterior, Abraham (al igual que nosotros)
debía vivir a la altura de nuestra Misión.
3-
El primer paso para vivir a la altura de nuestra Misión,
es el amor práctico a D-os y al prójimo, empezando por respetar la dignidad
humana de nuestra esposa y demás miembros de la familia.
4-
El segundo paso para vivir a la altura de nuestra Misión,
se encuentra al estar siempre al tanto de que la otra persona, el supuesto “inconverso”,
puede en realidad ser más creyente que nosotros mismos. Ello nos debe motivar a
reforzar nuestra humildad y respeto en el trato de las personas, estando
atentos a descubrir cómo D-os se está moviendo en la vida de estas personas y
utilizar esto como herramienta de evangelización.
5-
Los inconversos nos juzgan por nuestro testimonio. Un
testimonio fiel es el principal medio de evangelización.
6-
Todos los seres humanos caemos. Lo importante es
arrepentirnos, pedir perdón y persistir en los caminos del Señor, tal como hizo
Abraham.
7-
Una parte importante del testimonio consiste en mantener
la paz en el hogar (shalom bayit,
vida matrimonial sana). Ello implica
estar dispuestos a ceder en aquellos aspectos en los cuales nuestra esposa (o)
le resulte imposible ceder, tal como hizo Abraham accediendo a la petición de
Sara.
8-
El buen testimonio atrae la atención de los inconversos y
propicia la Nueva Evangelización.
Lecturas
importantes para ampliar.
Bindman, Yirmeyahu. The Seven Colors
of the Rainbow. Torah Ethics for Non-Jews. Resource Publications Inc.,
1995, págs. 8 y siguientes.
Feldman, Louis H. Jew & Gentile in the Ancient World. Nueva Jersey,
Princeton University Press, 1995, págs. 646 y las demás referidas en esa página.
Filón de Alejandría (Philo). “On the Migration of Abraham”. En: Philo.
The Works of Philo. EE.UU.,
Hendrickson Publishers Inc., págs. 253 y siguientes.
Fromm, Erich. You shall be as g-ds.
Nueva York, Holt, 1991.
Kant, Immanuel. Groundwork of the Metaphysics
of Morals. Cambridge, Reino Unido, Cambridge University Press, 1998.
Kant, Immanuel. Religion and
Rational Theology. Nueva York, Cambridge University Press, 2006, especialmente págs. 70 y
siguientes (6:18 y siguientes).
Montefiore, Claude G. How to
spread the message of Liberal Judaism. EE.UU., BiblioLife, LLC., s.f.
Daniel Montero Bustabad
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