El Acierto de Abraham
… Y el error de
Sodoma
Introducción a Génesis 18 y 19
Daniel Montero Bustabad
I.
Introducción.
El objetivo de la presente homilía consiste en tomar como punto de partida
la dignidad humana y, desde su luz, destacar la importancia de los capítulos 18
y 19 del libro de Génesis.
En línea kantiana entendemos por dignidad humana, el compromiso integral u
holístico de tratar a cada persona como un fin en sí mismo y no como un objeto
o instrumento para otra finalidad, sin
importar cuán importante, sagrada, patriótica o urgente sea esa otra
finalidad.
Tomando tal punto de partida, observamos que el mandamiento bíblico de amar
al prójimo (Levítico 19:18), al extranjero (Levítico 19: 32-35) y al enemigo
(implícito en el mismo Levítico 19:18 e incluido en Éxodo 23:4-6), constituye
la forma bíblica de designar el compromiso integral (holístico) con la dignidad
humana.
Es en este momento cuando nos preguntamos si Génesis 18 y 19 es una simple
pieza literaria sin sentido o, como propugnamos, un texto importante entonces y
ahora, con un mensaje muy importante para las personas de la actualidad.
Antes de iniciar se debe realizar la lectura bíblica de los siguientes
textos: Génesis 1: 26-27, Génesis 9: 5, Levítico 19: 18, Levítico 19: 32-35, Éxodo
23: 4-6, Isaías 53: 10-11, Isaías 58, Jeremías 23:14, Ezequiel 16:49, Daniel 2.
De la bibliografía posterior se pueden contemplar los siguientes pasajes:
Marcos 12: 28-31, Mateo 25: 31 y siguientes, Santiago 2:8, Hebreos 12: 25 y 29
y Hebreos 13: 1-3.
II.
Justificación del título de la homilía.
Podríamos estar tentados a designar como título de la lección: “El juicio
contra Sodoma” o “La destrucción de Sodoma”. Sin embargo, hemos de rechazar enfáticamente
tal propuesta. Dado que consideramos que D-os es único, uno solo (Deuteronomio
6:4), y además separado, distinto de lo demás (santo, Isaías 6), establecemos
que el bien (D-os) es cualitativamente superior al mal, y a cualquier otra
cosa, en un grado superlativo. Como explica una autora, la distancia que separa
el ángel más sublime del gusano más diminuto, no es nada comparada con la
distancia que separa a D-os del ángel más destacado. De lo anterior se sigue
que hemos de definirnos por aquello que nos distingue, es decir, por el bien, y
no hemos de definirnos por lo que rechazamos. Es cierto que, debido a nuestro
compromiso con la dignidad humana (bien), hemos de rechazar mucho; sin embargo,
eso que rechazamos es una simple consecuencia de lo que nos define… y no al revés.
Es por ello que el título que debería encabezar los capítulos 18 y 19 de Génesis
es: “El acierto de Abraham”. Abraham se define por aquello que él eligió, es
decir, por su decisión de confiar en D-os, lo cual le fue contado por justicia
(Génesis 15:6). Esto es lo que caracteriza el pasaje bíblico que analizamos. Lo
demás, su rechazo del mal, su separación del error (pecado) de Sodoma, es una
simple consecuencia de su amor por el bien.
Siendo así las cosas, podemos inquirir cómo se traduce de forma práctica
este acierto de Abraham de confiar en D-os, es decir, en qué consiste la
justicia que D-os le imputó a Abraham. Precisamente Génesis 18 y 19 ofrecen la
respuesta a tal cuestión.
III.
Desarrollo.
1- Génesis 18 versos 1 y 2.
La tradición judía (R.
Bendahan) nos relata que Abraham se encontraba a solas, en un momento de comunión
íntima con D-os. Abraham había llegado al nivel más alto de relación mística
con el Padre... De pronto, observa unas personas que lo necesitan; en ese momento,
Abraham no sabía quiénes eran esas personas; solo entendía que eran viajeros,
vulnerables como tales, en necesidad de hospitalidad. Entonces Abraham hace una
pausa en su intimidad mística con D-os, y se dirige rápidamente a esas personas
que necesitan atención y cuidado. La enseñanza de ese pasaje (paralela a la
lección talmúdica que, en torno a Éxodo 19 y 20 y Deuteronomio 4 a 6, impartió el
filósofo Lévinas) se encuentra en que la norma suprema es el amor práctico al
prójimo. La comunión mística con D-os es importante, pero debe ser un
complemento al compromiso con amar y apoyar a las personas… incluyéndonos a
nosotros mismos. Si tomamos el ejemplo del ayuno (una forma de comunión
espiritual con el Padre), vemos que en Isaías 58 se enseña que lo importante es
ayudar al débil y al necesitado, siendo el ayuno un aspecto subordinado a este
imperativo de amor al prójimo.
2- Génesis 18 versos 3 a 8.
Abraham se dirige a los
viajeros con las palabras más corteses de la cultura oriental (los llama “señor”)
y les ofrece lo mejor de alimento y les brinda su compañía. De ahí comprendemos
que el necesitado merece lo mejor de nuestro respeto, afecto y ayuda. Abraham
no se limitó a darles unos víveres y dejarles que comieran solos, sino que
seleccionó lo mejor y les ofreció un don muy valioso: su tiempo y sincera
compañía. No solo eso, sino que el mismo Abraham se puso a servirles, como el
sirviente que atiende a su amo.
3- Génesis 18 versos 9 a 15.
Después que los viajeros
comieron, se da un diálogo muy importante, del cual se deduce que la Presencia
del Padre se encontraba en medio de los viajeros. Sin embargo, como
manifestamos anteriormente, debe quedar claro que en un principio Abraham
desconocía quiénes eran estas personas; les sirvió, no porque supiese de su
importancia, sino que les atendió porque eran personas que necesitaban de su
apoyo (hospitalidad). Abraham no mostró ser una persona interesada que festeja
a personajes relevantes, sino un ser humano que sirve a quien requiere de su
apoyo, sin otro interés.
En el diálogo que se
produce en los versos 9 a 15 vemos que el Señor promete a Abraham un hijo. Aquí
encontramos una enseñanza racional de gran relevancia. Nos explica cuál es la
consecuencia del comportamiento bondadoso y justo. El hijo simboliza la
posteridad que recibe quien practica la rectitud. Incluso quien no tiene hijos,
como el eunuco, puede estar seguro que su comportamiento de amor al prójimo no
va a ser el vano (Isaías 56), sino que significa un aporte firme hasta la
eternidad. El bien y la justicia que sembramos van a quedar para la posteridad,
y aun después de fallecidos, esa bondad y esa justicia van a permanecer para
siempre. Como escribimos una vez:
When
a righteous man perishes,
The
sacred bond of life is not cut off,
But
the seeds of love he has sown in others
Begin to flourish in the most deep and unexpected
ways.
La misma enseñanza encontramos en Isaías 52 y 53
(especialmente Isaías 53 versos 10 y 11); recordemos que el siervo sufriente
que muestra este texto no es únicamente Jesús, sino también todo aquel que
sigue su camino; como el mismo Cristo señaló: “quien quiera venir en pos de mí,
tome su cruz (sufrimiento) y sígame”. Ello quiere decir que quien practica la
bondad (ética) y la justicia (Derecho) sufre en la vida más que quienes viven
superficialmente, pues reciben más rechazo y problemas. Sin embargo, persistir
en el camino del bien a pesar de los obstáculos, es lo que ayuda al necesitado,
es lo que trae beneficios a la vida de la humanidad, es lo que aporta en el
camino de la rectitud (Levine).
Pues bien, lo que nos prometen los textos citados es que
nuestra persistencia no va a ser en vano, sino que constituirá un haz de
semillas que, aunque fueron plantadas y regadas con nuestras lágrimas, en algún
momento (quizá después de que fallezcamos) germinarán en la vida de los demás. Este
es el consuelo del siervo sufriente de Isaías 52 y 53 y este es nuestro
consuelo. Abraham confió en D-os cuando el Padre le prometió esto mismo, y este
es el llamamiento que la Biblia nos hace hoy a cada uno de nosotros.
4- Génesis capítulo 18 versos 10 a 21 y Génesis capítulo 19
versos 1-29.
En este pasaje el Padre
le comunica a Abraham que los viajeros visitarán Sodoma, para dar a los
habitantes de la misma una última oportunidad de arrepentirse y cambiar; de lo
contrario, los destruirá.
Es en este momento
cuando nos podemos preguntar cuál es el pecado de Sodoma, qué es eso tan grave
que amenaza con su destrucción. La respuesta la encontramos en Ezequiel capítulo
16 verso 49: “Este fue el pecado de tu hermana Sodoma: ella y sus aldeas se
sentían orgullosas de tener abundancia de alimentos y gozar de comodidad, pero
nunca ayudaron al pobre y al necesitado”.
Este es el mismo pecado
que se comete hoy día. El “Estado social y democrático de Derecho” del cual
hablan tanto los políticos, legistas y jueces, se encuentra seriamente
amenazado, y puede desaparecer más pronto de lo imaginado; las causas de ello
son su materialismo, su consumismo y su superficialidad.
En el libro del profeta
Daniel (por ejemplo Daniel capítulo 2 versos 27 a 45) vemos el símbolo de una
estatua que representa los diversos imperios paganos que han dominado el mundo.
Podemos preguntarnos, ¿qué queda hoy de la cultura pagana egipcia que dominó el
mundo? ¿Y de la babilonia, de la medo-persa, de la griega y de la romana? Poco.
Y lo poco que ha sobrevivido lo ha hecho porque se trata de aspectos que
revisten un gramo de rectitud, los cuales fueron injertados en la cultura judeocristiana.
Sin embargo, el aporte religioso y cultural del judaísmo es enorme, brilla hoy
en día, a pesar de tratarse de un pueblo infinitamente más pequeño que los
grandes imperios que una vez dominaron el mundo.
(El pueblo de Israel
corre el riesgo de caer en idolatría al colocar los intereses de poder del
Estado de Israel por encima de la ética de amor al prójimo; de hecho, muchos ya
han caído en tal idolatría).
Aquí hallamos otra gran
enseñanza. Si vivimos en el consumismo, con un estilo de vida superficial, no
solidaria, seremos engullidos por la historia y no dejaremos huella, como ha
sucedido con los grandes imperios paganos del pasado, aludidos en el libro de
Daniel. Por el contrario, el futuro se encuentra en ser parte de una pequeña
minoría, una ínfima minoría de personas que viven de forma comunitaria en
Iglesia, practicando la bondad y la justica, es decir, el amor al prójimo, la
dignidad humana. Allí se encuentra el futuro de la humanidad.
5- Génesis 18 versos 22 a 33.
Como bien señala un
autor, Abraham intercede por Sodoma, busca y pide lo justo para todas las
personas, aunque se trate de personas con el estilo de vida superficial
completamente contrario al nuestro. Quien busca y vive la justicia procura
actuar rectamente con todos, sin excepción e intercede por ellos. Por lo anterior,
el diálogo de Abraham con el Padre se desarrolla en búsqueda de justicia. Se
parte de la idea común en ese lugar de que una sociedad, para existir como tal
grupo o sociedad, requiere de un mínimo de diez personas. (Del mismo modo, en
una Sinagoga, se necesita un número mínimo de personas, diez, para que exista
un מִניָנִים minyanim o quorum válido para realizar las oraciones que se hacen como
tal congregación). Abraham dialoga para que el Señor garantice que todos los
habitantes sobrevivirán, con la única condición de que se encuentre un mínimo
de personas justas (diez). Sin embargo, como hemos visto en los pasajes arriba
citados, en Sodoma ni siquiera se encontraban diez justos. Por ello Sodoma es
extinguida, pero D-os salva a quienes sí eran justos, Lot y sus hijas.
El texto aludido no ha
de ser tomado en su literalidad, sino que hemos de entender y guardar en
nuestro corazón el mensaje racional que nos transmite: Sodoma, como toda ciudad
pagana y como todo imperio pagano, pasará a la historia sin dejar huella
positiva, lo mismo que puede pasarle al moderno “Estado social y democrático de
Derecho”, debido a su paganismo (idolatría de consumismo y superficialidad).
Sin embargo, el
llamamiento de la Biblia es a que seamos como Abraham, personas dedicadas a
amar a D-os y al prójimo de una manera práctica y, de este modo, encontremos
vida, posteridad, futuro. Como nos dice Deuteronomio 39:19: “…Escojan, pues, la
vida, para que vivan ustedes y sus descendientes”.
IV.
Conclusión.
Algunos aspectos
relevantes del pasaje analizado son:
1- El acierto de Abraham fue confiar en D-os de una manera
práctica, es decir, amando al Padre y al prójimo, a todas las personas que
necesitaban de él, sin esperar nada a cambio. Es decir, Abraham trató a las personas
conforme a su dignidad humana, en amor.
2- El error de Sodoma fue tratar a las personas como objetos
o instrumentos, ya sea tratando de violarlas, ya sea reteniendo para sí su
bienestar material, sin compartir con los demás.
3- Los imperios paganos que han dominado al mundo a lo largo
de los tiempos, han sido engullidos por la historia, es decir, se han extinguido
sin dejar mayor huella positiva. Para no quedar extintos por la historia, sino
para realizar un aporte positivo que persista por la eternidad, hemos de vivir
como Abraham, amando de forma práctica a D-os y al prójimo y, de este modo,
siendo parte activa de la Iglesia, reino de D-os eterno (Daniel capítulo 2 versos 27 a 45).
4- Estamos llamados a tratar con bondad y justicia a todas
las personas, incluso a quienes viven valores opuestos a los nuestros. Intercedamos
por ellos, pues las puertas del arrepentimiento están todavía abiertas
(Ezequiel 18).
5- No seamos como la mujer de Lot pues, como señala un
autor, tenía apego por Sodoma y su pecado, y por ello corrió la misma suerte
que esa ciudad. No nos dejemos encandilar por lo material, el consumismo, la
superficialidad, sino amemos a D-os y al prójimo de una manera práctica.
Bibliografía
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Madrid, Trotta, 2006.
Daniel
Montero Bustabad
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