viernes, 18 de diciembre de 2015

¿De qué sirve la Navidad? Un Mensaje de Navidad con Mucho Afecto.

¿De qué sirve la Navidad?


Daniel Montero Bustabad
www.danielmontero.es


Mis mejores deseos para su distinguida persona en estas fechas tan entrañables. Me gustaría que reflexionemos juntos acerca de la Navidad. La importancia de este análisis consiste en que, si lo omitimos, el ajetreo de estas fechas hará que pasemos de largo por esta época, sin que podamos apreciarla de verdad, extraer de ella su sentido, y aquello que puede llenarnos por dentro, con una plenitud muy especial.

En este sentido, muchas personas son atrapadas en las redes del consumismo; compran para sentirse mejor, incurren en deudas, y vuelven a comprar para superar el estrés y así sucesivamente… sin percatarse de que consumir no nos llena por dentro, ni otorga plenitud a la Navidad.

Vivimos en una sociedad parcialmente manipulada, en el que los medios de masas y muchas personas, transmiten el mensaje erróneo de “tanto tienes, tanto vales”. Los humanos se valoran por lo que tienen, por el beneficio que me pueden dar, por lo bien que me siento con esa persona, o con cualquier tipo de ventaja que pueda tomarse de estar en relación con dicho individuo. No se valora a la persona por lo que es, sino por lo que tiene. A ello se suma que muchas veces, contra nuestra propia voluntad, consciente o inconscientemente, ese mensaje equivocado nos manipula, y empezamos a medirnos a nosotros mismos, o a los demás, por lo que tienen.

El ser humano vive con un deseo muy profundo de ser amado de modo incondicional, por lo que se es como persona, no por lo que se tiene ni por lo que se ha hecho o se hace. Este deseo es una sed de aprecio verdadero, de sentirse amado e importante por lo que se es. No me refiero al amor romántico, que también es importante, sino a un tipo de amor todavía más relevante. Es el ansia de eternidad del ser humano, es decir, la necesidad de ser apreciado como tal persona, de verdad, sin que se le pida a uno nada a cambio.

Una buena evidencia de lo parcialmente manipulada que está nuestra sociedad, se encuentra al percatarse de que casi no existen grupos de personas que se reúnan bajo el alero de amar incondicionalmente a las personas, independientemente de lo que esas personas receptoras del amor piensen, sientan o hagan. Por ejemplo, los clubes y lugares de diversión se destinan a las personas que puedan pagar por el tiempo de ocio, y las prestaciones se limitan al ocio contratado, no a las necesidades profundas de las personas, como el amor incondicional. Los grupos políticos aglutinan gentes que comulgan con un mismo modo de pensar, de modo que quedan excluidos quienes tienen otras ideas. Muchísimos grupos religiosos toman un credo como su centro, de modo que quedan fuera de su fraternidad quienes profesan otro credo, o ninguno. Las organizaciones no gubernamentales se ciñen a organizar que determinadas personas aporten servicios a gentes con unas situaciones determinadas. El voluntario que ofrece su dinero o sus servicios, es un simple recurso que emplea la organización. El voluntario no puede esperar que la organización le satisfaga su profunda necesidad de ser amado incondicionalmente. Tampoco la organización vela por suplir la totalidad de las necesidades de la persona como ser integral que se es, con necesidades no solo materiales, sino también de afecto, de romance, de un sentido para la vida y de salud para su cuerpo y mente. Por el contrario, la organización no gubernamental se limita a un abanico muy concreto de necesidades, especialmente materiales, de las personas que reciben la ayuda. Quedan sin cubrir las demás necesidades de la persona, y la totalidad de las necesidades de quien realiza el voluntariado. Tampoco con los amigos se puede contar en la sociedad actual. Ello se debe a que la gran mayoría de las amistades son interesadas, pues comparten tiempo en tanto y en cuanto haciéndolo se obtenga una ventaja. Falta aquello que pueda satisfacer el ansia de afecto incondicional.

Con lo anterior no pretendemos ni criticar a los partidos políticos ni a las organizaciones no gubernamentales, sino sólo apuntar a la existencia de una necesidad profunda en las personas, a la que no se encuentra respuesta en la sociedad actual: el amor incondicional.

Hace tiempo formulé una respetuosa pregunta a un distinguido sociólogo no creyente: “La sociedad se ha estructurado en familia, Iglesia y Estado. ¿Cuál es la alternativa que se propone a esta estructuración de la sociedad? ¿Cuál es la alternativa a la familia, la Iglesia y el Estado?” El maestro me contestó que lleva años reflexionando sobre ese tema, y no encuentra respuesta.

¿Qué tipo de sociedad proponer, que satisfaga las necesidades, no sólo materiales de la persona, si partimos de las deficiencias actuales de las familias, las Iglesias y el Estado? Estas deficiencias se centran en las dificultades que hemos apuntado, de modo que no se satisface la necesidad humana de amor incondicional, independientemente del credo, las ideas, los sentimientos y las conductas pasadas o presentes de la persona.

Un ejemplo hipotético que podemos formular consiste en aquella persona atea, sin familia, en edad senil, que lucha no solo con el deterioro de su cuerpo, sino también con discapacidades mentales. Esta persona no será admitida como miembro de una Iglesia tradicional por no compartir el credo. Tampoco el Estado actual está en condiciones de suplir ni siquiera sus necesidades de salud; mucho menos cuenta con recursos para orientar a la persona en su búsqueda de afecto incondicional.


Es en este momento cuando irrumpe el mensaje de la Navidad. Cuando la persona se encuentra al borde de la desesperación, cuando, por tanto, ha perdido la esperanza de ser amada incondicionalmente, se encuentra con una noticia. Ha nacido el Menschenfreund (C.P.E. Bach), el amigo del humano, quien lo ama incondicionalmente. No estamos solos en la vida, ni existe un motivo para desesperar. Hoy ha nacido en Belén la respuesta al deseo más profundo del humano. Cada día puede nacer, en el Belén que es nuestro corazón, el mensaje de Jesús, si se lo permitimos.

El amor de D-os significa el compromiso integral con la causa de tratar a cada persona como un auténtico fin en sí misma, no como un medio o instrumento para otra finalidad, sin importar cuán patriótica, sagrada o relevante sea esa otra finalidad. En otras palabras, encontramos a D-os allí donde vemos el amor al prójimo en acción. Pero D-os no es una palabra, ni es una idea, ni un algo abstracto. D-os es amor en acción. En Jesús, nacido hoy en Belén, vemos el amor incondicional de D-os actuando, llegando a cada ser humano para llenar el corazón de quienes lo aceptan como el centro de su vida. Esa sed de ser amados es colmada por D-os mediante el testimonio de Jesús.

En Jesús vemos el amor al prójimo manifestarse en su máxima expresión, por lo cual vemos a D-os lo más cerca posible del ser humano. Jesús amó de una manera práctica a las personas más necesitadas. Se trata de aquellas personas que no recibían amor incondicional porque eran despreciadas, o porque eran pobres o enfermos, de modo que nadie podía beneficiarse de su amistad; por ello quedaban en soledad, en lo profundo de su ser. Todo esto cambia con Jesús. Su amor práctico empodera las personas, responde a sus necesidades y colma el corazón de amor. Empero, por encima de todo, Jesús es el llamado al arrepentimiento, al cambio, a confesar nuestros pecados y a pedir perdón a D-os, aceptándolo como el centro de la vida. El camino verdadero comienza con la humildad de pedir perdón y de solicitar a D-os ser el centro de nuestra existencia.

A partir de este encuentro personal con D-os, nacemos a una nueva vida, una existencia en la cual somos amados incondicionalmente y llamados a amar de ese modo a las demás personas, de una forma práctica. Ahora que hemos encontrado la respuesta a la necesidad más profunda del humano, recibimos la vocación de amar de verdad a los demás. No se trata de un sentimiento de amor, ni de un discurso superficial de emotividad. Se trata de una apelación a una conducta de darse a sí mismo y de compartir con todos, incluyendo lo más necesitados. Somos salvos para amar.

Este es el verdadero significado de la Navidad, es el mensaje auténtico que nos puede dar alegría en estas fechas tan memorables. Es lo que evita que la Navidad nos deje vacíos por dentro… y vacíos en la billetera. La Navidad puede ser una experiencia de sentirnos llenos en nuestras necesidades más profundas, de ser satisfechos. La decisión depende de usted, querida lectora, querido lector. Le animo a confesar los pecados a D-os (el egoísmo y la omisión de ayudar a los demás, etc.), a pedirle perdón en el nombre de Jesús, y a invitar a D-os a ser el centro de su vida. De este modo usted nacerá a una auténtica vida de Navidad, al nacer hoy Jesús en el Belén de su corazón.

Este mensaje de salvación hemos de vivirlo en lo profundo de nuestro ser, en nuestras relaciones con los demás… y también como parte de la Iglesia. Hemos de trabajar para que la Iglesia ame incondicionalmente a todas las personas, para que no excluya a las personas que no comparten ciertas ideas, credos o tradiciones. Todos debemos ser amados por la Iglesia.

En respuesta a la pregunta de cuál es la alternativa a la estructuración de la vida en sociedad mediante familia, Iglesia y Estado, hemos de responder que D-os nos llama a trabajar para que reformemos desde dentro las familias, las Iglesias y los Estados, de modo que estos lleguen a amar y a ayudar incondicionalmente a las personas, para que, de este modo, nazca la Navidad en la familia, en la Iglesia, en el Estado… y en nuestros corazones.



Daniel Montero Bustabad

www.danielmontero.es

sábado, 28 de noviembre de 2015

Inicio de Navidad.

Que en este inicio de Navidad brille para ti el Sol de Justicia que es nuestro D-os, es mi cordial deseo.

sábado, 3 de octubre de 2015

Oikos

Oikos



¿Cómo es la Iglesia Oikos? ¿Cómo es el pastor? ¿Y la familia pastoral? ¿A qué podré compararlos?

He aquí la respuesta:

Las personas navegamos en un mar turbulento, en medio de una espesa oscuridad de densas tinieblas, que representan el pecado de la indiferencia, el egoísmo, la superficialidad y el materialismo. Hoy se dice “tanto tienes, tanto vales”, para expresar que se valora a las personas por el dinero que poseen, no por ser humanos. A nadie le importa nadie, casi ninguna persona ayuda a otros desinteresadamente. Son muy pocos los que aman a D-os y al prójimo sinceramente. Esto es lo que representan las densas tinieblas, la tormenta y el mar embravecido, que azotan con fuerza las naves que son las vidas de cada uno de nosotros, amenazando con hundir nuestras embarcaciones, es decir, nuestras vidas. Es el peligro que representa una sociedad pecaminosa, consumista superficial, indiferente al sufrimiento, tacaña; las personas buscan, infructuosamente, en lo material, un sentido para sus vidas, pues se sienten vacías por dentro, sin nada que satisfaga su sed, y en ese vacío perecen.

¿Qué podemos hacer? ¿Estamos condenados a perecer hundidos en el turbulento mar del pecado de la indiferencia, el rechazo y la superficialidad?

La respuesta del Señor a este caos, está simbolizada en un faro, una luminaria que se yergue en medio de la tormenta y nos marca el camino de la salvación, para no perecer en la turbulencia, sino para encontrar el camino a tierra firme, a casa. Cristo es el cimiento, la base bajo tierra que enraíza y da fuerza al faro, para que éste sea sólido y bien asentado, que resista hasta el viento más embravecido y garantice su permanencia a pesar de cualquier circunstancia.

Sobre el fundamento (cimiento) que es Cristo, se levanta el vástago o cuerpo del faro, que llega hasta lo más alto. Este cuerpo del faro, que inicia en el suelo y llega a las alturas, es la Iglesia. La Iglesia hace presente en la vida el cimiento que es Cristo y lo lleva a la vida cotidiana de la humanidad. Como congregación, somos nosotros las manos y los pies de Cristo en este mundo, es decir, nuestra vocación consiste en llevar a todas las personas el amor incondicional del Señor. La vocación de la Iglesia es, por una parte, llamar a la conversión a todas las personas, invitarles a aceptar al Señor como el centro de sus vidas, arrepintiéndose de sus pecados; de otro lado, hemos de amar incondicionalmente a las personas, es decir, amarlas por el simple hecho de ser personas, sin exigir nada a cambio, ni restringir nuestro amor, limitándolo sólo a los que creen lo mismo que nosotros, o a los que tienen dinero o cierta posición. Jesús nos llama a amar a todos los humanos tal como son, sin exigirles nada; como fruto de ese amor, hemos de dar pan al hambriento, ropa al pobre, cobijo y protección al desamparado, ayuda al extranjero y cariño al solitario (Levítico 19:18, Levítico 19: 32 y siguientes, Mateo 25: 31 y siguientes).

Por otra parte, los faros que conocemos culminan en una luz; sin embargo, el faro que es la Iglesia, contiene múltiples luminarias, que somos cada uno de nosotros, los llamados por Cristo a ser la luz de este mundo; ello quiere decir que vivimos bajo el deber de reflejar en nuestras vidas rectas la luz de amor de nuestro D-os, y de transmitir este cariño solidario a todas las personas. Una de estas luces es el pastor de la Iglesia Oikos, cuyo brillo se acrecienta con la luminosidad de su familia. Esto se debe a que un pastor brilla si su familia lo respalda, pues si su familia vive en la oscuridad, la luz del pastor queda oculta. Damos gracias al Señor por la luz que Él deposita en el pastor y cómo este fulgor es acuerpado por el resplandor de la familia pastoral.

Este es también el testimonio de mi devenir personal: Viviendo en este barrio, buscaba en medio de las tinieblas un haz de luz que representara el Camino (Derekh Torah). Entonces hallé la Iglesia Oikos. Llamó poderosamente mi atención la luminosidad de la predicación del pastor. Uno que conoce de predicaciones por ser hijo, nieto, etc. de pastores, puede reconocer cuándo se explica la Palabra con pureza. En el caso del pastor, pude distinguir una diferencia cualitativa a su favor, que destaca en medio de los predicadores usuales. Sus sermones reflejan de un modo muy especial la pureza de la Palabra de nuestro D-os. Asimismo me impactaron su amistad, su sencillez, accesibilidad, su interés sincero por las personas, buena muestra del amor al prójimo que inspiró a Cristo. Asimismo destacan las cualidades de su familia, su afecto, calidez y amistad para todas las personas.

Es por ello que el día del pastor y el día de la familia pastoral, son la ocasión propicia para agradecer a nuestro Señor por la vida del pastor y su familia, por su amor, pureza de Palabra, amistad, cariño y solidaridad. Es también un momento adecuado para rogar a nuestro D-os para que continúe manifestándose a través de la vida del pastor y de su familia, y rogar que Él supla los anhelos más profundos de sus corazones.


Asimismo este día es un instante valioso para recordar el llamamiento del Señor a invitarle a que Él sea el centro de nuestras vidas, a arrepentirnos de nuestros pecados y a rogarle que nos permita reflejar, de una manera práctica, su amor por las personas, ayudando a los demás, tal como Jesús lo hizo. Es decir, este es el día de invitarnos a ser un faro de luz en medio de la oscuridad, iluminando el camino de la existencia, cuyo fulgor es el Señor. 

lunes, 15 de junio de 2015

El Mensaje de la Biblia en Daniel Capítulo Uno. Lección para Niños utilizando Franelógrafo

El Mensaje de Daniel Capítulo 1

(Lección para Niñas y Niños, utilizando franelógrafo)


Daniel Montero Bustabad

Queridas niñas y niños:

Me alegro mucho de estar con ustedes. Mi nombre es Daniel Montero. Vamos a conversar sobre un muchachito que se llamaba igual que mi persona: Daniel.

(Poner el dibujo de Daniel).

Él era como ustedes, un poco más mayorcito, pero muy parecido a ti, a ti, a ti y a ti. Por ello imaginemos que somos Daniel y que vamos a vivir juntos una maravillosa historia, la historia de Daniel y sus amigos.

(Poner el dibujo de la Biblia).

La historia se encuentra en la Biblia. La Biblia es el libro más maravilloso del mundo, porque nos habla de D-os como amor. D-os te ama a ti, a ti, a ti, a ti y a ti. D-os nos ama tal como somos. D-os nos ama.

La historia se encuentra en la Biblia, en el libro de Daniel capítulo 1.

Leer Daniel 1:8.


(Quitar los dibujos).

(Poner dibujo del Rey).

La historia comienza cuando el Rey más importante del mundo de entonces mandó que trajesen a su palacio jóvenes de todas partes del mundo.


Daniel y sus amigos fueron traídos desde Israel hasta Babilonia, que es donde vivía el Rey. Fue un viaje muy, muy largo.


(Poner dibujo de Daniel y sus amigos moviéndose hasta llegar a Babilonia).


(Quitar dibujo del Rey y poner dibujo del ayudante del Rey junto a los muchachos y una mesa).


El ayudante del Rey dijo a Daniel y sus amigos que, por orden del Rey, debían comer la misma comida que el Rey.


Sin embargo, Daniel y sus amigos dijeron al ayudante que no querían contaminarse comiendo cosas impuras que son sucias.

También el libro de Daniel nos muestra que Daniel y sus amigos no se contaminaron con los ídolos del Rey y se portaron bien, tal como la Biblia nos pide que nos portemos bien.


(Poner dibujo de un corazón sucio junto al símbolo del dinero).

El corazón del Rey era un corazón sucio, porque no conocía a D-os. El Rey y las personas de Babilonia adoraban ídolos como el dinero, el poder y los animales. Daniel y sus amigos decidieron no contaminarse con lo malo.

(Quitar dibujos)

(Poner dibujo de Daniel y sus amigos y un corazón rojo).


Sin embargo, Daniel y sus amigos amaban a D-os y, por eso, su corazón estaba limpio y se portaban bien.

Daniel y sus amigos amaban a D-os y amaban a todas las personas. No decían malas palabras, no mentían, no pegaban a otros ni odiaban a nadie y compartían sus cosas con otras personas.

El corazón se pone sucio si mentimos, robamos, decimos malas palabras, odiamos, o si desobedecemos a los padres y no compartimos nuestros juguetes.  

Por eso Daniel no hacía nada de eso, sino que se portaba bien, amando a D-os y a todas las personas, y compartían con otros, así como ustedes aman a D-os.


(Poner dibujo de Daniel y sus amigos y de frutas y verduras).

Daniel y sus amigos pidieron al ayudante del Rey que no los hiciera contaminarse con alimentos impuros, sucios. Por eso pidieron comer verduras.

El ayudante del Rey estaba preocupado, porque pensaba que, comiendo frutas y verduras, los muchachos serían débiles y enfermos.

Sin embargo, Daniel pidió al ayudante del Rey que hiciera la prueba por diez días. El ayudante del Rey aceptó.

(Poner dibujo de Daniel y sus amigos y el ayudante).

Al finalizar los diez días, Daniel y sus amigos estaban más fuertes que todos, con mejor salud y más alegría. Eso le gustó al ayudante del Rey.

(Agregar a lo anterior el dibujo del Rey).

Después de mucho tiempo, Daniel y sus amigos conocieron al Rey, quien conversó con ellos. El Rey se alegró mucho de conocerlos, pues Daniel y sus amigos eran sabios, con una sabiduría que sólo D-os pueda dar.

Eran más sabios que todos los muchachos de todas las partes del mundo.

Daniel y sus amigos brillaban, pues tenían en su corazón el amor de D-os.


(Agregar dibujo del corazón limpio).

Daniel y sus amigos eran de un corazón limpio. Comían frutas y verduras. Amaban a D-os, amaban a las personas, trataban bien a las personas y ayudaban a todos. No odiaban a nadie, ni decían malas palabras, ni mentían.

La historia de Daniel en la Biblia nos enseña que debemos ser de corazón limpio, amando a D-os, amando a las personas, ayudando a todos. Debemos ayudar en la casa a nuestros padres, recogiendo los platos, lavando platos, limpiando y portándonos bien.

Debemos decir la verdad, compartir nuestros juguetes y ayudar a las personas.

No debemos mentir, ni maltratar a las personas.

Si vivimos con un corazón limpio, D-os se pondrá muy contento. Brillaremos como las estrellas en el cielo.

Daniel Montero Bustabad

El Mensaje del Monoteísmo para el Mundo Actual

El Mensaje del Monoteísmo para el Mundo Actual

(Breve introducción a la unidad de D-os en el Pentateuco)



Daniel Montero Bustabad


            I. Introducción

El monoteísmo forma parte esencial de nuestra forma de entender la vida, de amar a D-os y de servir a los demás. A lo largo de la historia, numerosos miembros del pueblo del Señor han dado sus vidas en martirio, pronunciando como última palabra, antes de morir, el texto de Deuteronomio 6:4. Asimismo numerosas personas, al exhalar su último suspiro, se han despedido pronunciando este versículo.

El propósito de esta reflexión consiste en ofrecer una breve introducción a la importancia del monoteísmo en la fuente fundacional del judeocristianismo. Dicha fuente es la Torah, el Pentateuco, a saber, los cinco primeros libros de la Biblia.

Concebimos el monoteísmo como la forma de pensamiento, emotividad y conducta, que sostiene que D-os es uno solo (unidad del Señor).


            II. Desarrollo

            a. El Nombre de D-os.

Los libros bíblicos a los que se suele aludir con el término Pentateuco son conocidos como la Torah; como señala Yebra, dicho término puede tener su raíz en el término “or” que significa “luz”. El vocablo “Torah” suele ser traducido como “enseñanza” (JPS) o como “ley”. En todo caso, forma parte de aquello que el creyente estima como texto canónico, del cual deriva pautas o valores para su cosmovisión, su emotividad y su conducta cotidianas. Es parte del centro de su vida.

Comenzar a abordar aquel aspecto de la cosmovisión de la persona judeocristiana que sostiene la unidad del Señor, resulta inseparable de la pregunta de quién es el Padre, y por qué es diferente de los ídolos.

Al respecto Michael Lerner expone, de modo convincente, cómo hemos de entender el nombre de D-os en Éxodo 3, a saber, el Tetragrama. En Egipto, como en el paganismo en términos generales, se pensaba que existía una unidad inseparable entre la naturaleza, tal como esta es, y las relaciones sociales del mundo pagano, en el cual una pequeña minoría explotaba a la mayoría, viviendo en el lujo a costa del sudor, la sangre y la muerte de sus esclavos. En el paganismo se sostenía que, del mismo modo que el mundo natural, con sus leyes naturales, es invariable, y es maravilloso en su hermosura y en su invariabilidad, del mismo modo las relaciones sociales de opresión y explotación son invariables, formando parte inescindible de la misma naturaleza. De este modo el culto a los ídolos constituye una reafirmación y celebración de una forma de ver la naturaleza centrada en lo maravillosa que ésta es, así como de la unidad entre la hermosura de la naturaleza y las relaciones sociales de opresión. Ante este panorama pagano, la enseñanza de Éxodo 3 implica un cambio fundamental. El nombre de D-os no se debe traducir como “Yo soy el que Soy”, sino “Yo seré el que seré”, o “Yo estaré siendo como estaré siendo”. Ello significa que ni la naturaleza ni las relaciones sociales van a seguir siendo iguales a como lo son hasta ahora. El Señor está por encima de las relaciones sociales de maltrato y humillación, y va a cambiar eso. El Padre no es un ídolo, creado por los humanos, para defender sus intereses egoístas. No. Por el contrario, el Señor es, no lo que existe hasta ahora en la maldad humana, sino el cambio de las personas y el mundo hacia la libertad del ser humano. Por ello el mensaje de la Biblia implica que “la crueldad no es el destino”; ello quiere decir que el maltrato humano puede y debe terminar, porque el Señor implica el cambio. Se trata de un cambio en el siguiente sentido: D-os implica “el poder de sanidad interna y transformación social”. Amar al Padre incluye encontrar sanidad para nuestras heridas internas, así como transformar las relaciones entre los seres humanos, de modo que no se oprima, ni maltrate, ni explote a otras personas, pues nos debemos comportar con amor, justicia y solidaridad, transformando las relaciones interpersonales en el camino de la bondad y la justicia.

Erich Fromm, por su parte, considera que el Nombre de D-os en Éxodo 3 significa que Él es lo contrario a los ídolos. En la gramática hebrea no existe un tiempo verbal ni para el pasado, ni para el presente, ni para el futuro, tal como en español. En hebreo, solo existen dos tiempos verbales, el “perfecto” y el “imperfecto”. El tiempo verbal “perfecto” significa lo que está concluido, terminado, ya realizado. Los ídolos se ubican en este tiempo verbal “perfecto”, porque son creación del humano y se les da culto con la finalidad de justificar la falta de cambio en las relaciones sociales de opresión, crueldad y maltrato. Por el contrario, el nombre del Padre en la Biblia se encuentra en tiempo “imperfecto”, es decir, significa aquello que está abierto, en proceso de cambio, lleno de vida, viviente, no concluido ni muerto como los ídolos. Es por esto que el Nombre de D-os significa lo contrario de la idolatría. Amar a D-os incluye rechazar toda forma de idolatría, es decir, toda forma de explotar, oprimir, maltratar o aprovecharse de los demás.

Continuando el razonamiento por nuestra cuenta, podemos sostener que, para expresar lo anterior en términos positivos, manifestamos que amar al Señor es amar al prójimo y, por tanto, no incurrir en la idolatría de oprimir a los demás… ni a uno mismo.


            b. El significado del monoteísmo.

Lo explicado en el apartado anterior nos lleva al convencimiento de que decir que D-os es uno, significa que no se va a adorar ningún ídolo (es decir, a cualquier otro d-os). Ello por cuanto no adorar ningún ídolo lleva a no justificar ningún razonamiento idólatra que apoye la falta de amar al prójimo. Este es el significado del monoteísmo.


            c. Interpretación de textos bíblicos.

Tomando como punto de partida todo lo anteriormente expuesto, encontramos una nueva luz para esclarecer la multitud de textos bíblicos que, tanto de forma directa como de forma indirecta, prohíben dar culto a d-oses, a ídolos, y forjar imágenes o esculturas con finalidad de darles culto. Algunos de estos textos son:

i. Éxodo 20 y Deuteronomio 5. En estos textos se encuentra el decálogo, los diez mandamientos. En ellos sobresalen las prohibiciones referidas en el párrafo anterior.

ii. Deuteromio 6:4. Es el único texto que literalmente nos dice que el Señor es “uno” (o “único”). Sin embargo, la unidad de D-os, es decir, el monoteísmo, se deduce, cualitativamente, tanto del rechazo al culto de ídolos, como de la enseñanza de que el Padre es Santo. En este sentido, en Juan 14 se insiste en la unidad de D-os como un llamamiento a que todas las personas seamos uno solo en el camino de amor práctico al Padre y a los demás, tal como nos indica Juan 17:21. Por su parte, Juan 15:17 y 18 y la carta de 1ª de Juan nos hablan de D-os como amor al hermano y al que no es hermano.

iii. Numerosos textos nos enseñan que D-os es Santo. Quizá el texto más poético de la Biblia hebrea sea Isaías 6. Resulta asimismo bello Levítico 19: 2 (“Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo el Señor vuestro D-os”). “Santo”, “kadosh”, significa, “apartado de”, “separado de”, lo común o vulgar. Lo vulgar o común es la idolatría y lo que ésta significa. El “Santo” que es el Padre, significa lo contrario de la idolatría, a la que se rechaza por ser opresión.

iv. Otros textos bíblicos nos muestran diversas implicaciones del monoteísmo o unidad de D-os. Dado que el Señor es uno, su ley es también una sola, única, invariable, en el sentido de que no se justifica que ninguna persona pueda válidamente violarla. En este sentido, Deuteronomio 13 y 18 califican de falso profeta aquella persona que obre milagros, pero que llame a servir a otros d-oses. En el último versículo de Deuteronomio 12 (Deuteronomio 12:32), es decir, justo antes de Deuteronomio 13 que prohíbe seguir a un profeta que mande a dar culto a otros d-oses, se expresa claramente que no cabe añadir ni quitar nada de la ley del Señor. Esta es la garantía de que el Padre no desea ni permite que las personas cambien la ley para volverse a la idolatría y oprimir a las personas con falta de amor al prójimo.

Es cierto que, como bien nos enseña el libro de Hebreos, en Cristo se cumplió la ley; sin embargo, hemos de entender que, al cumplirse la ley, resultan superfluos los sacrificios y otras formalidades del Pentateuco que apuntaban al Mesías hijo de José que había de venir. Sin embargo, ello no significa que haya cesado el deber de amar al prójimo establecido en el Pentateuco. Por esto el larguísimo Salmo 119 se dedica a alabar la ley y a declararla eterna. Es la ley de la nueva alianza (Jeremías 31), que D-os inscribe en Cristo en nuestros corazones, que nos lleva a amar a otros de forma práctica, de conformidad a los frutos del Espíritu (Gálatas 5). El que la ley esté inscrita en nuestros corazones significa que el siervo de D-os, nosotros, vemos en nuestros corazones brotar una serie de pensamientos y emociones que no son obra nuestra, sino fruto del Espíritu Santo. Se trata de una fuerza de amor práctico al Señor y al prójimo que el Espíritu Santo ha impreso con sello en nuestros corazones. Estos nuevos pensamientos y emociones nos impulsan a encarnar el amor que D-os ya ha puesto dentro de nosotros, brotando ese amor práctico en forma de conductas de ayuda y servicio a nosotros mismos y a los demás.

v. En los tiempos antiguos del Pentateuco, no existía una mentalidad abstracta como la nuestra, que nos lleva a emplear conceptos amplios, que expresan en una sola palabra, multiplicidad de aspectos complejos. Por ello el Pentateuco se refiere al amor al prójimo en forma concreta, ordenando amar al prójimo que nos ha hecho algún mal (Levítico 19:18), al extranjero, la viuda y el huérfano (las clases más pobres de la época) (Levítico 19:32 y siguientes) y requiriendo ayudar al enemigo (Éxodo 23:4-6). En ningún texto de la Biblia hebrea se ordena odiar al enemigo.

Diversos textos nos enseñan que el amor a D-os y al prójimo es el centro de la Biblia. Por ejemplo: Mateo 25: 31 y siguientes, Marcos 12: 28 y siguientes, Santiago 2:8, etc.


            d. La unidad de D-os como mensaje actual.

En un sentido profundo y muy importante, respetar y amar la unidad de D-os implica rechazar la tentación de la serpiente de Génesis 3. Dicha tentación consiste en seducirnos a considerarnos d-vinos, seres como d-os, que no necesitamos del Padre, y que podemos decidir, a nuestro capricho, qué es lo bueno y qué es lo malo. Es la tentación de considerarnos autosuficientes, sin necesidad del Señor. Esta tentación está muy en boga ahora, y se une a la ofensa de Caín de la que hablamos en otra oportunidad, y consiste en la ideología, tan exitosa en estos momentos, que nos dice que no tenemos responsabilidad por lo que le suceda a los demás, es decir, que no estamos obligados a amar de forma práctica a los otros, ayudándoles en todo.

Por el contrario, la unidad de D-os nos lleva a darnos cuenta de que no somos d-oses, sino que somos simples pecadores, que no podemos hacer nada en justicia si no es por la ayuda del Señor. Significa percatarnos de que estamos atados por el pecado, le hacemos mal a otros y somos incapaces ni de amarnos a nosotros, ni de amar a los demás, por lo cual necesitamos al Salvador. Respetar la unidad de D-os significa acudir al Padre con lágrimas en los ojos, pidiendo que Jesús sea el Rey de nuestra vida, que seamos perdonados por su Sangre y que nos capacite para vivir una vida de amor práctico a los demás. Este es el centro de la Biblia y el mensaje que debe cambiar el mundo actual en el camino del arrepentimiento.

Recordemos la parábola del fariseo y el publicano. El fariseo es el símbolo de la persona que se considera justa y, por eso, no reconoce el deber de amar hasta al más despreciado (publicano). Jesús nos dice que el fariseo no fue perdonado por D-os. Por el contrario, el publicano se reconoce como pequeño ante el Señor, como un simple pecador que necesita de la misericordia de D-os. El publicano sí es perdonado.

Seamos humildes como el publicano, pecadores perdonados que, como fruto del perdón recibido, perdonamos a los demás, amamos al Padre y al prójimo de manera práctica.


            III. Final.

Hemos arrancado conversando acerca de la importancia de la unidad de D-os para numerosos mártires, y llegamos al sentido del monoteísmo para el mundo actual. Este llamamiento que nos hace el monoteísmo o enseñanza de la unidad de D-os, nos debe despertar, tanto a una continua vigilancia de nuestra conducta práctica, para que sea una vida de amor práctico al Señor y a los demás, como también a comprender la unidad esencial que vincula a todos cuantos respetamos la unidad de D-os… incluyendo a aquellas personas que no han llegado a entender la enseñanza acerca del Padre, pero que, por sus obras, podemos ver que están buscando una relación con Él. Ayudemos a esas personas a encontrar al D-os que, lo sepan o no, están buscando con tanta intensidad.



Daniel Montero Bustabad

miércoles, 27 de mayo de 2015

La Tentación de Caín: Una Advertencia para Nosotros Hoy

La Tentación de Caín: Una Advertencia para Nosotros Hoy


Daniel Montero Bustabad


            I. Introducción.


¿Qué les parece el refrán que dice: “Cada uno en su casa y D-os en la de todos”? Sin duda se pueden extraer varias enseñanzas positivas del mismo. Sin embargo, muchas veces ese dicho se utiliza en otro sentido, un sentido perverso, que refleja claramente la mentalidad de la época actual, como el siguiente apotegma: “El que se mete a mesías termina crucificado”. Se trata de la filosofía que nos dice que no tenemos responsabilidad por lo que les suceda a los demás, que no existe un deber de ayudar y amar a los demás. Esta filosofía es el “camino de Caín”, es decir, la visión de la vida del primer asesino de la historia.

En este sentido, el propósito de la siguiente lección consiste en analizar qué lección puede darnos a nosotros, hoy, la vida de Caín. ¿Qué nos enseña este relato bíblico a nosotros, en la actualidad, con nuestros retos, dilemas y esfuerzo cotidiano? Sostendremos la tesis de que el ejemplo de Caín es una tentación en la que es muy fácil caer en la actualidad. También estimamos que el relato bíblico de Caín y Abel nos enseña, por contraste, debemos vivir como lo hizo Abel, no como Caín.


            II. Desarrollo.


1. Los relatos bíblicos.

La Biblia nos enseña que la vida de Caín no fue solo un (mal) ejemplo para las personas del tiempo de Génesis capítulo 4. Por el contrario, muestra una tentación que se prolonga más allá en el tiempo. En este sentido, Judas 10 y 11 afirma: “Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré”.

¿Cuál es el “camino de Caín”, es decir, la tentación de Caín que se prolonga en el tiempo? Para ello hemos de examinar no solo la enseñanza bíblica acerca de Caín, sino también la que se refiere a Abel. Ello se debe a que Abel representa lo contrario a Caín, con lo cual, conociendo a Abel, sabremos cómo no era Caín.

Caín nació poco después de que la humanidad cayese en el primer pecado. Recordemos que Caín es el primogénito de los dos primeros humanos, Adán y Eva. En aquella época el tiempo de vida de una persona se dividía en una unidad de medida que era aproximadamente mil; el tercer hijo de Adán y Eva nació en el período ciento treinta de los casi mil períodos de vida de Adán, es decir, relativamente al poco tiempo de nacer Adán. Pues bien, aun antes nació Caín.

El nombre “Caín” significa “adquirir” o “llegar a tener”, palabras atribuidas a Eva al momento de dar a luz a su primogénito Caín, diciendo que ha adquirido varón, es decir, ha llegado a tener un hijo varón. Por su parte, Abel significa enlutado.

El contraste de esos dos nombres resulta significativo. En primer término, se llega a tener o se adquiere. Posteriormente, se pierde trágicamente lo que se adquirió.

La llegada de un hijo después de la caída en el pecado, era un gran acontecimiento. Se trataba de la venida de una esperanza de un nuevo nacimiento para la humanidad. Es la posibilidad de una nueva humanidad (*).

En Génesis 4:4-5, vemos que Abel ofreció al Señor una ofrenda que fue agradable al  Padre. Esta ofrenda consistió en un primogénito de oveja, siendo el Cordero el símbolo del siervo sufriente que moriría en expiación de nuestros pecados (Isaías 52 y 53). Sin embargo, Caín trajo una ofrenda consistente en el fruto de la tierra, la cual no fue bien vista por el Señor. Caín se ensañó (enojó) muchísimo por este rechazo, decayendo su semblante. Podríamos preguntarnos si parte de ese enojo no se debería únicamente a que D-os no respondió con agrado a la ofrenda, sino también la envidia que el asesino sentia hacia Abel, por cuanto el Padre sí se mostró satisfecho por la ofrenda de Abel; esta suposición se fundamenta en los textos bíblicos que transcribiremos más adelante.

Hebreos 11: 4 aduce: Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”. Esta es la respuesta profunda a la pregunta de por qué el Señor aceptó con agrado la ofrenda de Abel y no la de Caín. Abel vivía por la fe (emunah: fidelidad), es decir, en justicia. ¿En qué se exterioriza la fidelidad de Abel, por contraste con Caín? En que Abel amaba al Padre y al prójimo, lo cual es el centro del mensaje bíblico (Levítico 19:18, Levítico 19: 32 y siguientes, Éxodo 23: 4-6, Mateo 25: 31 y siguientes, Santiago 2:8).

En este sentido, 1 Juan 3:10 y siguientes, manifiesta: “En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas”.

El centro de la vida de Caín no era el amor. Ello se muestra no solo en el texto citado, sino también en Génesis 4:

a. Por una parte, antes del asesinato, el Señor notó que Caín estaba disgustado porque a Él no le había agradado la ofrenda de Caín; por ello D-os fue a conversar con Caín. Del capítulo citado se deduce que el Señor le explicó que el ser humano tiene la posibilidad de escoger el bien y apartarse del mal, pero que todo depende de su decisión. Tiene la capacidad de hacer lo bueno, y tiene la capacidad de hacer lo malo: “Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él” (Génesis 4:6-7). ¿Cuál fue la respuesta de Caín a esta enseñanza del Padre? La respuesta de Caín fue asesinar a Abel.

b. Cuando D-os confronta a Caín por su crimen, Caín resume en pocas palabras lo que Judas denomina “el camino de Caín”. Se trata de la filosofía de Caín, la que es la tentación que se nos presenta cada día, y contra la cual hemos de luchar en la actualidad. Esta filosofía es: “Y el Señor dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Génesis 4:9). Caín niega que el ser humano tenga responsabilidad por lo que le pase a su prójimo. Para Caín la persona no tiene el deber de velar para que a su hermano le vaya bien. Diciendo que el humano no es guarda de su hermano, formula en pocas palabras lo opuesto al amor a D-os y al prójimo. Caín niega que exista un vínculo entre las personas, un deber de amor que nos une en lazos de hermandad.

Esta es la blasfemia de Caín, la tentación de los tiempos actuales.

En Génesis 4: 13-16 vemos las consecuencias de la ofensa de Caín: “Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra... Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén”. “Nod” significa ser errante, sin residencia fija en la tierra. La consecuencia de romper el vínculo de amor y cuidado al prójimo y a D-os, es perder el sentido de la vida, es quedarse sin orientación que nos guíe en la existencia, es perder el sentido de pertenencia, el saber que pertenecemos a algo grande en la vida que nos llena y nos hace sentir bien.

2. La tentación de Caín en la actualidad.

En nuestra época, cuando decae la enseñanza judeocristiana en la sociedad, cuando masivamente la sociedad se separa del Señor, es muy común escuchar, de diferentes modos, que no tenemos deberes de amor y cuidado hacia los demás. Incluso esta visión de la vida se muestra en el empleo errado del refrán: “Cada uno en su casa, y D-os en la de todos”. Las personas piensan que no deben amar ni ayudar a los demás.

A consecuencia de romper con la causa del amor al Padre y al prójimo, la persona promedio de los tiempos actuales, se siente como Caín, sin sentido de pertenencia, siente que no tiene un motivo para vivir, nada que lo llene por dentro y le haga sentir bien; se siente sin orientación en la vida, sin motivos para seguir adelante en la vida cotidiana. Este vacío se intenta llenar, en vano, con consumismo, agresividad y drogas, ya sean drogas físicas, religiosas o psicológicas.

La respuesta a esta desorientación de la humanidad, se encuentra en ser como Abel, personas que depositamos nuestra fidelidad en el Señor, que vivimos en justicia, luchando cada día por mostrar amor práctico a D-os y al prójimo. Es cierto que muchas veces sufrimos, y que incluso numerosos creyentes son muertos, como le sucedió a Abel y a Jesucristo (Mateo 23:35 y Lucas 11:5). Sin embargo, vale la pena vivir en amor. El amor al Padre y al prójimo es el sentido de la vida, lo que nos llena por dentro, lo que nos motiva y brinda fuerzas, es aquello por lo que vale la pena vivir.


            III. Final.


¿Cómo resumir en pocas palabras lo que hemos estudiado? Podemos decir que, cada vez que vemos una persona, y cada vez que hacemos nuestro trabajo diario, sentimos la tentación de vivir como Caín, como si no tuviéramos responsabilidades hacia los demás. Podemos tratar mal a las personas, y ejercer nuestro trabajo de una manera equivocada, haciendo mal a otros, o simplemente laborando sin ganas. Si caemos en la tentación, viviremos como Caín, sin un motivo para vivir, sin sentido de pertenencia, sin orientación en la vida. La Biblia nos llama a vivir como Abel, en amor práctico a D-os y al prójimo, en fidelidad y justicia. Este es tu camino, mi camino, el camino de la Iglesia. Vivamos unidos al Señor y al prójimo.


Nota:

(*) Sin embargo, la humanidad por sí misma no puede lograr nada. Caín se empeña en ser él mismo, es decir, en vivir por y para sí mismo, separado de su prójimo y separado de D-os. Esta separación origina el primer asesinato de la historia y el sumergir la humanidad en el caos. Sin el Señor no somos nada, ni podemos nada. Pero si vivimos unidos al Padre, nuestra vida será plena de sentido.




Daniel Montero Bustabad