viernes, 19 de agosto de 2011

Tano.

Anoche tuve que dar orden de
sacrificar perrito. Muy triste.

Religiosidad Sana: Respuesta al Reto Ambiental.

Viktor Frankl, psiquiatra superviviente de Auschwitz, conocedor de la Biblia, distinguió entre la religiosidad sana y la religiosidad no sana, siendo esta última la que predomina; en ésta la individua renuncia a su libertad y responsabilidad, y deja que sean otras personas las que, directa o indirectamente, fijen un credo y le ordenen cómo vivir. Por el contrario, en la religiosidad sana la persona asume la responsabilidad de decidir qué es lo que piensa y cree, asume sus valores, y dirige su vida de acuerdo al camino que ha elegido; la persona escoge su proyecto de vida y lo dirige hacia el bien, en pro de la causa del amor al prójimo, ayudando de manera equilibrada, dentro de sus posibilidades, a la humanidad, a sí mismo y a las personas más cercanas. Es este tipo de religiosidad sana la que hoy tanto se necesita para romper el paradigma consumista que nos lleva al desastre ambiental.

Lucha con la Circunstancia

Ortega decía: "Yo soy yo y mi circunstancia". Un amigo siempre dice "yo soy yo... a pesar de mi circunstancia", pues la persona consiste tanto en lo que hereda genéticamente, como de su entorno-trasfondo, como también en lo que hace con ello, aceptándolo en todo o parte, y modificándolo en lo que le parece necesario. Con todo ello la individua crea su personalidad, como alguien que vive desde su circunstancia, pero que en cierta medida la moldea, cambia y hace de ella una obra de arte, de alguna manera como el escultor con la madera; aunque haya limitaciones y mucho que no pueda cambiar, su ser se manifiesta en aquello que acepta a pesar de que pueda cambiar, así como el aquello en lo que se empeña en transformar. Esta es la idea de libertad real que dispone el ser humano, y en ello se muestra el liberalismo de Ortega y Marías. Por otra parte, seamos como los adeptos de la Ilustración a lo que encomiaba Kant, y aceptemos tomar la rienda de nuestras vidas y forjar bajo nuestra responsabilidad nuestra propia forma de ver la vida.